Estos días se puede encontrar ya en las librerias "La forza degli anni. Lezioni di vecchiaia per giovani e famiglie" (consulta la ficha del libro IT), un libro a cargo de Gino Battaglia que pretende repasar, a través de varias narraciones, la experiencia de 40 años de la Comunidad de Sant'Egidio al lado de los ancianos: desde el descubrimiento de su soledad, de su fragilidad, hasta el gusto por la conversación, la visita, la amistad y sobre todo aquel deseo fuerte, manifestado de las maneras más variadas, de quedarse en casa a pesar de la debilidad y la dificultad.
Andrea Riccardi compara la situación de los ancianos a un continente sumergido que, tarde o temprano, vuelve a salir en todas las sociedades, con todas sus contradicciones y que no se puede descartar. En la introducción escribe: "Los ancianos son el futuro del mundo: ya es una idea generalizada. Pero no está tal claro que los ancianos condicionen nuestro futuro y qué significado tendrá su presencia, tan conspicua. Es un continente humano que hay que explorar. Desde hace muchos años se lleva a cabo un debate sobre las pensiones. En algunos países europeos, donde la población envejece, se ha planteado el problema financiero de la destacada presencia de ancianos”.
Un continente a menudo silencioso, que no va a la par de los tiempos, que no se impone a la sociedad y a la Iglesia salvo por los problemas que parece traer consigo. En nuestras familias disgregadas y debilitadas por la crisis económica parece que faltan el sentido y las perspectivas de futuro: ¿por qué ocuparse de quien es anciano? "La idea del anciano sabio, depositario de conocimientos preciosos, fue la última posibilidad de dar un sentido a la vejez", escribe también Andrea Riccardi. ¿Cómo devolver sentido a esta época de la vida? ¿Cómo volver a poner en el centro a los ancianos en nuestra sociedad? En estas páginas encontramos "fragmentos de esfuerzos, de alegrías y de dolores cotidianos: todos juntos, forman como una gran reflexión sobre el hombre y sobre Dios, vivida colectivamente, desarrollada mientras se vivía con estos amigos que son los ancianos". Para vivir bien la vejez y hacer que nuestros viejos vivan bien hay que comprender ya desde joven que la vejez no es necesariamente un naufragio. Que puede ser un puerto seguro para nuestra sociedad. Problemas concretos, dificultades y fragilidades extremas se mezclan en estas páginas con una gran fuerza propia de la edad anciana, concreta y espiritual, todavía por descubrir, por vivir. Buena lectura.
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