Desde hoy en el andén 1 de la Estación Termini hay una placa de mármol que ayudará a Roma a estar más atenta a los últimos, a los que viven en los márgenes. Está dedicada a Modesta Valenti, una anciana sin domicilio fijo que el 31 de enero de 1983 murió en situación de abandono en el lugar donde se refugiaba por la noche para dormir después de que, a causa de las precarias condiciones higiénicas en las que vivía, le negaron el auxilio.
En estos años, Modesta Valenti se ha convertido en el símbolo de todos aquellos que pierden su vida por la pobreza y también por la in diferencia o la intolerancia que les rodea; en su recuerdo, y gracias al trabajo de la Comunidad de Sant'Egidio y de otros grupos y asociaciones que alimentan la esperanza ha crecido un tejido de solidaridad que ofrece auxilio y posibilidades de inserción a muchas personas desfavorecidas. "Modesta murió porque era considerada una persona descartable –ha dicho el presidente de Sant’Egidio Marco Impagliazzo durante la ceremonia– pero ahora su recuerdo pasa de una situación de descartada a una de elegida, y con ella son elegidos todos los sin techo que han muerto estos años, y cuya historia está escrita en la historia de Roma, y cuyo recuerdo permanece en el corazón de una ciudad que estos años ha mejorado”.
En la inauguración de la placa, junto a Marco Impagliazzo, estaban también el alcalde Ignazio Marino, el presidente del grupo de Ferrocarriles del Estado Italiano, Mauro Moretti, el obispo auxiliar de Roma, Matteo Zuppi, y la concejal de políticas sociales Rita Cutini. Marino ha recordado que “Roma atraviesa muchas dificultades también de tipo económico, pero debe recuperar el alma y puede hacerlo en la solidaridad, porque la economía es importante pero solo si está al servicio de las personas. La globalización de la indiferencia mató a Modesta Valenti en 1983, pero hoy Roma está de la otra parte”.
Mons. Zuppi ha dicho que la placa recuerda la historia de una víctima que se ha convertido en un símbolo, pero también habla de los muchos que hoy piden que les acojan y les ayuden no como símbolos sino como personas concretas que viven en la calle y llaman a nuestra puerta. Y el Administrador delegado de los Ferrocarriles del Estado ha hablado de un “monumento al sin techo desconocido”, signo de visibilidad para los "invisibles" que viven en los márgenes de las estaciones y allí encuentran refugio.
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