Angela Merkel, que estaba en Roma para reunirse con el papa Francisco, ha ido a visitar a la Comunidad de Sant'Egidio. Ha sido recibida por el fundador Andrea Riccardi y por el presidente Marco Impagliazzo, con quienes ha hablado distendidamente. Paz, inmigración, Europa y crisis de la sociedad han sido algunos de los temas que han abordado.
Reproducimos a continuación las palabras de saludo de Marco Impagliazzo, presidente de Sant'Egidio.
Señora Canciller,
¡bienvenida a la Casa de la Comunidad de Sant'Egidio! ¡Bienvenida a la sala de la paz! Aquí muchos pueblos han encontrado una esperanza y una realidad de paz. En primer lugar, Mozambique, en octubre de 1992, y más tarde otros, desde Guatemala hasta Burundi... Aquí África y varios países que sufren están en su casa. Desde esta sala querría agradecer los esfuerzos de paz suyos y de su gobierno, en particular por Ucrania y por la defensa de los cristianos perseguidos en Oriente Medio y en otros lugares. Querría también darle las gracias por el apoyo concreto que su gobierno da a Sant'Egidio por la paz y el desarrollo de los pueblos. La paz es tal vez el mayor deseo de las personas. Los europeos hemos convertido la paz en uno de los ejes principales de nuestra integración. Hemos sufrido demasiado y hemos hecho sufrir demasiado por la guerra. Por eso en cuanto europeos, y déjeme decir como cristianos, estamos comprometidos a hacer avanzar la paz, porque la guerra es la madre de todas las pobrezas, como dice Andrea Riccardi.
Un intelectual italiano de familia judía ha escrito: "Cada mediación diplomática es también, en algún momento decisivo, una obra de iluminación cultural y humana, que al final requiere un acto de fe, por parte de quien lo provoca y de quien lo lleva a cabo". La paz es una obra de "iluminación cultural y humana". Para llevarla a cabo, Sant'Egidio recurre también a la amplia red de relaciones en ámbito interreligioso que ha creado en treinta años de diálogo entre las religiones. Recuerdo su presencia en el Encuentro interreligioso de Múnich en 2011, donde dijo que la paz es la madre del desarrollo. Las religiones pueden hacer mucho por la paz. Deben deslegitimar la guerra y la violencia y hacer que crezca la dimensión espiritual y humana de la paz.
Hoy Europa vive un desafío: convivir pacíficamente. Para ello hace falta una obra de iluminación cultural y humana que permita superar desconfianzas, prejuicios y divisiones. Sant'Egidio trabaja para ello a través del diálogo interreligioso, la atención hacia las periferias y hacia muchos que sufren. Los inmigrantes son el signo de algo que está sucediendo más allá de Europa. Los europeos a menudo tienen miedo. La Comunidad ayuda a los europeos a apreciar la riqueza de quien viene de lejos.
Visitando nuestra Comunidad en junio pasado, el papa Francisco la definió a través de las tres P: oración, pobres y paz. Gebet, Arme, Frieden.
Señora Canciller,
Eso es Sant'Egidio en todas partes, en los 73 países en los que está presente: en el Norte y en el Sur, a Oriente y a Occidente. Viviendo el Evangelio hemos experimentado que no hay felicidad personal sin generosidad. Es una decisión que compartimos con muchos cristianos, especialmente con los que sufren por falta de libertad. Es una decisión que sentimos cerca, señora Canciller, a sus convicciones y a sus esfuerzos por la paz y el desarrollo de los pueblos. Continuamos por este camino por el bien común y por la felicidad de todos.
Sant'Egidio, 21 de febrero de 2015
|