Esta es una historia real, la historia de una injusticia de la que han sido víctimas dos personas pobres, un anciano y un adolescente, y de la acción liberadora de la Comunidad de Sant'Egidio de Malaui.
"El viento de la justicia ha soplado en la cárcel de Chichiri, en la ciudad de Blantyre (Malaui). Siguiendo el espíritu del Evangelio –"estaba en la cárcel y acudisteis a mí" (Mt 25)– los jóvenes de la Comunidad de Sant’Egidio hace años que van a visitar y a proporcionar asistencia legal a los presos, proponiendo al Gobierno que revise algunos casos olvidados y no resueltos. Ese fue el caso de Matiki Njala, de 85 años, y de Elia Kadzombe, de 24, acusados de un homicidio hace 10 años y puestos en libertad hace apenas unos días, tras celebrarse un juicio regulart.
En aquella época Matiki tenía 74 años y su nieto Elia 14. Fueron encarcelados sin ni siquiera ser escuchados. Elia era un niño, pero fue encerrado en la cárcel de adultos. Su caso no llegó al tribunal hasta 2012, pero en el último momento se aplazó el juicio hasta una fecha que nunca habría llegado sin la intervención de la Comunidad.
Su historia vivió un punto de inflexión en 2016 cuando abuelo y nieto acudieron a la oración que la Comunidad de Sant’Egidio hace en la cárcel una vez a la semana desde hace años. Las palabras de esperanza predicadas en la oración les abrieron a la confianza en los jóvenes de la Comunidad, a quienes explicaron su tragedia. Alexius Kamangira, un joven abogado que forma parte de la Comunidad, se ofreció a llevar gratuitamente su caso.
En cuando se presentó la petición de revisión del caso se vio que en el archivo del tribunal no había ningún rastro de su condena, que habían sido encarcelados basándose simplemente en suposiciones y sin prueba alguna. Estaba claro que estaban destinados a morir en la cárcel, olvidados tras los barrotes. A causa de su avanzada edad, Matiki empieza a tener problemas graves de salud. Quedarse en la cárcel habría sido realmente su fin.
El juicio regular determinó su inmediata excarcelación. Ambos manifestaron su agradecimiento a Sant'Egidio por este amor, por haber sido considerados como hijos y parientes, por haber recibido esperanza y una nueva vida surgida de las profundidades de las tinieblas en las que habían sido olvidados.
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