Ya han empezado las clases en la Escuela de la Paz “Floribert Bwana Chui” en Goma, en el campo de Mugunga. La escuela estaba prevista para 300 niños, pero hoy ya acoge a 480 alumnos y se han organizado "dobles turnos" para permitir que todos los niños puedan ir a clase. Una buena parte, más de cien, son niñas, y ese es un dato importante, porque a menudo en los pueblos prefieren que estudien los niños, mientras que las niñas se quedan en casa. El hecho de que la escuela sea totalmente gratuita ha jugado un papel importante para convencer a las familias. El clima de las clases es siempre muy festivo. Los profesores están muy contentos de haber podido finalmente reanudar su trabajo y ser, así, útiles de nuevo para la vida de sus pueblos.
La Comunidad proporciona a cada niño cuadernos, lápices, libros de texto y paga el sueldo de los profesores. “Eso significa dar una posibilidad a estos niños que viven en una situación especialmente difícil –dice Corneille Semakuba, responsable de la Comunidad de Goma–. Algunos de ellos no han ido a la escuela desde hace tres años. Ni siquiera tienen derechos como cualquier otro niño”.
El director de la Escuela es Adalbert Kalumuna, también de la Comunidad de Sant’Egidio, y supervisa el trabajo de los profesores y el desarrollo normal de las clases. Es muy optimista sobre el desarrollo del trabajo que responde plenamente a uno de los principios fundamentales de la Comunidad: compartir la vida con los más pobres: “Ahora –dice Adalbert– estos niños tienen una escuela que se ocupa oficialmente de ellos.
Esta Escuela de la Paz es reconocida como escuela privada y funciona según la legislación nacional. Esperamos que cuando los refugiados puedan volver a sus pueblos de origen, estos niños podrán tener las mismas oportunidades que cualquier otro niño congoleño".
Continúa Adalbert: “Pienso con la Comunidad que estos niños merecen más atención que los demás, sobre todo en esta etapa en la que toda la región (el norte de Kivu – NDR) está buscando el camino de la paz. Pero también es cierto que enseñar en esta situación no es fácil. Nuestros niños tienen otros problemas, además del estudio.
Algunos han perdido a sus padres, y muchos no tienen ningún documento de identidad o de inscripción en el registro civil. Por eso tenemos que gestionar toda esta serie de problemas, además de buscar fondos. Ya todas las Comunidades del mundo han ayudado de manera exclusiva y han hecho posible hasta ahora que estudien –algo único en nuestro país– gratis estos niños”. |