Publicamos la narración de las actividades de la delegación de la Comunidad de Sant'Egidio en Haití que, junto a las Comunidades haitianas, estos días ayudan en un trabajo capilar de distribución diaria de productos de primera necesidad:
"La ciudad está realmente dañada por el terremoto, hay destrucción por doquier. La gente intenta reanudar la vida normal, pero las numerosas historias de dolor y de muerte lo hacen difícil. Falta agua y luz. La vida se hace difícil. Los muertos son muchos, se habla de más de 150.000. También la Comunidad de Sant'Egidio de Haití se ha visto gravemente afectada: dos hermanas de la Comunidad, Daphney y Micheline, dos jóvenes de 25 años, resultaron muertas, así como un joven seminarista, Adenor, vinculado a la Comunidad.
Los niños de la Escuela de la Paz se vieron gravemente afectados: sus casas están destruidas, y de muchos de ellos no se tiene ninguna noticia, porque con sus familias han buscado cobijo en las grandes extensiones de tiendas.
También los ancianos adoptados a distancia se han quedado casi todos sin casa. Miles y miles de personas viven juntas, al aire libre, con la precariedad y la insalubridad que comporta esta situación, con poca agua, sin letrinas. Los niños, que pasan todo el tiempo al aire libre, están expuestos a todo tipo de peligros.
Los alimentos escasean y no parece que las ayudas sean muy eficaces en llegar a los lugares más pobres.
Nosotros hemos podido llenar dos grandes camiones con alimentos para unas 2.500 personas: sacos de arroz, legumbres, azúcar, leche condensada, atún, embutidos, agua, aceite, sopas, jabón, dentífrico y otras cosas.
La Comunidad de Sant'Egidio de Haití ha sido muy activa estos días, intentando determinar los lugares donde era más necesaria la ayuda. Por eso fuimos allí donde no había llegado nadie. Hasta hoy hemos repartido ayuda para unas 1.800 personas y continuaremos llevando ayuda a otros lugares.
Los lugares donde hemos hecho la distribución son:
Delmas (sector 33), Canapé-Vert, Carrefour, Christ-Roi.
Las personas que necesitan ayuda son muchísimas. Además, durante el fin de semana la Comunidad organizará fiestas con los niños de estos barrios para llevarles un poco de alegría.
La gente ha sido muy afectuosa y ha mostrado mucha gratitud a la Comunidad. Para ellos es una esperanza, una proximidad verdadera. En cuanto a lo que se dice sobre esta situación de desesperación que genera violencia, nosotros sí hemos visto desesperación por tener un poco de comida, pero no hemos visto violencia. Nos han tratado realmente con respeto, y al final del reparto nos colman de abrazos y aplausos. El dolor de la gente aquí es grande, pero como Comunidad somos un sueño de amor para su vida.
Continuaremos trabajando para que Haití sea consolada y para que el amor y el consuelo del Señor lleguen a la vida de este pueblo.
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