En Guatemala, como en el resto de Centroamérica, las fuertes lluvias de octubre, provocadas por la depresión tropical 12-E, han puesto al país de rodillas.
Más de 40 muertos, vastas zonas urbanas y rurales afectadas por inundaciones, desprendimientos, corrimientos de tierras, colapso del sistema de comunicaciones por carretera, y regiones enteras aisladas y con dificultades para recibir las primeras ayudas.
En algunas zonas periféricas de Ciudad de Guatemala esta emergencia ha vuelto a poner sobre la mesa el problema de la seguridad de las viviendas en los asentamientos descontrolados sobre las laderas inclinadas de los barrancos.
En algunos, como la Joyita de Ciudad de Guatemala, donde han caído algunas casas, hace unos tres meses un proyecto de la Comunidad de Sant’Egidio en colaboración con el Ayuntamiento y la CONRED está formando a un grupo de 40 voluntarios sobre prevención y la primera respuesta a las emergencias.
Este grupo se ha puesto rápidamente en marcha y ha ayudado a gestionar un centro de refugio (en la foto) para 150 personas. Reparto de alimentos, juegos, dibujos y estar juntos para muchos niños, visita a las familias que se han quedado en sus casas y asambleas para convencer a las personas de que vayan a zonas más seguras.
Ahora, por suerte, la fase crítica de la emergencia por lluvias está terminando, pero la experiencia de los días pasados permite entender lo importante que es construir una cultura de la prevención y de la gestión de los riesgos que empiece desde abajo y en la que tomen parte las personas que viven en estos asentamientos.
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