La nueva Aula Magna de la escuela de lengua y cultura italiana de la Comunidad de Sant’Egidio de Nápoles quedó pequeña para los más de 500 estudiantes inmigrantes que participaron en la ceremonia de inauguración del año escolar y de entrega de los más de 400 diplomas. En la ceremonia, presidida por Gino Battaglia, responsable de la Comunidad de Sant'Egidio de Nápoles, tomaron parte el rector de la Universidad de Nápoles “Federico II”, Massimo Marrelli, Roberto Vecchino, presidente del Fórum de las Culturas 2013, y Daniela Pompei, responsable internacional de los servicios de ayuda a la inmigración de la Comunidad de Sant’Egidio.
Aun siendo tantos, la ceremonia asumió rápidamente un aspecto familiar y participativo, gracias también a los discursos que hicieron muchos estudiantes al inicio del acto. En sus palabras y en sus rostros se veía la alegría de haber sido recibidos desde el primer día con gran amistad y solidaridad. Francesco Dandolo, director de la escuela, subrayó que esta, además de un lugar de excelencia para aprender el italiano, es sobre todo “el ejemplo de una nueva civilización de la convivencia, cuyos principios inspiradores son la gratuidad y el respeto de la dignidad de toda persona. Aquí se hace realidad la verdadera integración”.
Nacida en 1989, la Escuela de lengua y cultura italiana está presente en el centro antiguo de la ciudad, en Vico San Nicola a Nilo. Los cursos se imparten por las tardes y el domingo por la mañana para que los estudiantes que trabajan también puedan asistir. Desde 1989 hasta hoy más de 10.000 inmigrantes han asistido a la escuela y, para el año 2011/2012 ya hay 700 inscritos que provienen de más de 40 países distintos. Los cursos de la escuela son totalmente gratuitos y gozan de reconocimiento en todo el país, lo que permite obtener el certificado CELI de conocimiento de lengua italiana, emitido de acuerdo con la Universidad para extranjeros de Perugia.
|
|
Pero la escuela es una realidad irrenunciable también para quien ya conoce bien la lengua. Eso es lo que transmitían claramente los casos de Susantha, Sampath, Flor, Sonia, Tanya, Valciney y Yuri: “Aprendiendo italiano aprendemos a expresar nuestros sentimientos. En la escuela hemos descubierto una amistad que antes no creíamos posible, con personas de países, culturas, lenguas y religiones distintas. Recibiendo ayuda, hemos aprendido a ayudar a quien lo pasa peor que nosotros. Esperamos que este espíritu pueda llegar a toda la ciudad y a toda Italia". |