Maryland se ilumina por la abolición de la pena de muerte. Desde la catedral de Baltimore hasta Roma: una victoria del movimiento mundial por una justicia capaz siempre de respetar la vida. La Comunidad de Sant’Egidio se une a la fiesta por la firma de la ley de abolición que se producirá en Baltimore a las 10.30 horas (18.30 hora central europea). Es el sexto estado norteamericano que ha abolido la pena capital en 6 años.
2 de mayo de 2013. Un jueves especial para Maryland, los Estados Unidos y el mundo. Hoy a las 10.30 de la mañana (18.30 hora central europea), el gobernador O’Malley firmará la ley SB276 que sanciona la abolición de la pena de muerte en Maryland.
Maryland se convierte en el sexto estado norteamericano que elimina de su ordenamiento jurídico la pena de muerte desde 2007, después de Nueva Jersey, Nuevo México, el estado de Nueva York, Illinois y Connecticut. Se trata de una aceleración que eleva a 18 los estados norteamericanos que han optado por una justicia capaz de respetar la vida en todas las circunstancias.
La Comunidad de Sant’Egidio apoya desde hace años el trabajo de los abolicionistas americanos y ofrece con la ciudad de Roma el Coliseo para celebrar esta gran victoria, iluminándolo de una manera especial.
Se trata de una gran victoria que se ha ganado progresivamente el consenso de una gran mayoría de los ciudadanos de Maryland. Tras varios intentos que no dieron resultado por pocos votos y tras el voto positivo del Senado y de la Cámara el pasado mes de marzo, con el voto final de la Cámara por 82 votos a 56, la firma oficial de la nueva ley consolida una fase importante para el fin de la pena capital en Estados Unidos. El gobernador O’Malley fue ya en las fases anteriores uno de los principales defensores de la propuesta: los recursos que se ahorran gracias a la abolición de la pena capital se utilizarán para ayudar a los familiares de las víctimas de homicidios, a diferencia de lo que contempla la propuesta de referéndum abolicionista de California, donde el ahorro del sistema judicial debía –en caso de éxito– destinarse a reforzar el gasto para el orden público. La ley ha contado con el apoyo de las asociaciones de familiares de las víctimas y de la Iglesia católica en su totalidad. El arzobispo de Baltimore, William Lori, y el obispo auxiliar Denis J. Madden han declarado en las audiencias contra la pena capital y han formado parte de la comisión especial que precedió el trabajo parlamentario y han dialogado con la población y los miembros del parlamento. A ellos se han unido muchas personalidades políticas y religiosas.
Kirk Bloodsworth y Shuja Graham, liberados del corredor de la muerte al ser reconocida su inocencia, y Vicki Schieber, ciudadana de Maryland cuya hija fue brutalmente asesinada en 1998 en Filadelfia, han manifestado con fuerza su oposición a la pena capital para no aumentar el número de víctimas inocentes y para salir de un malentendido sentido de justicia como venganza y recompensa para los familiares de las víctimas: «no sigan matando en nuestro nombre», «la pena de muerte es un fracaso, solo añade más muerte a la muerte y debe ser abolida». En ocasión de la firma del Gobernador, el arzobispo de Baltimore anunció que se iluminará el exterior y el interior de la catedral de Baltimore, la catedral más antigua del país, el santuario nacional de la Asunción de la Virgen María, que desempeña la función de catedral desde 1821. Una victoria de la vida profundamente compartida por la Iglesia católica norteamericana y por la diócesis de Baltimore, que convierte a Baltimore, simbólicamente, en miembro de derecho del movimiento de las «ciudades por la vida». |