Andrea Riccardi ha expresado su solidaridad y cercanía hacia la Ministra para la Integración Cecile Kienge. El vergonzoso ataque -y no es el primero- que ha recibido a través de la red, plantea de nuevo la atención sobre el problema de la difusión del odio, el racismo y la discriminación a través de las redes sociales.
La ultrajante amenaza que se ha lanzado públicamente contra la ministra por parte de una persona que tiene un cargo institucional a nivel local, es el síntoma de una subcultura racista y discriminatoria que ha hecho camino en nuestro país, alentada por una irresponsable prédica del odio que últimamente se alimenta también del egoísmo con el que se pretende proteger de la crisis económica. La respuesta de la ministra –“No contesto porque cada uno de nosotros debería sentirse ofendido” – es el signo de una superioridad moral que debe servir de ejemplo para todos, pero no exime de realizar gestos y asumir decisiones que no se limiten a la condena de un acto reprobable, sino que contribuyan de forma concreta a la difusión de una cultura y una práctica de la tolerancia y la solidaridad que debe ser la base de toda convivencia civil.
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