Pero a todos vosotros, os digo: "¡No os dejéis robar la esperanza! ¡No os dejéis robar la esperanza!”.
Tal vez la esperanza está como las brasas bajo las cenizas; vamos a ayudarla con la solidaridad, soplando encima de las cenizas, para que el fuego vuelva a encenderse. La esperanza nos empuja hacia adelante. No es optimismo, es otra cosa. La esperanza no es sólo de uno, la construimos todos y hay que sostenerla entre todos, vosotros y nosotros, los que están cerca y los que están lejos. La esperanza no es sólo de uno, la construimos todos y hay que sostenerla entre todos, vosotros y nosotros, los que están cerca y los que están lejos… Por eso os digo: “No os dejéis robar la esperanza”. Pero seamos astutos, porque el Señor nos dice que los ídolos son más astutos que nosotros. El Señor nos invita a tener la astucia de la serpiente, con la bondad de la paloma. Tengamos esa astucia y llamemos a las cosas por su nombre. En este momento, en nuestro sistema económico, en nuestro sistema globalizado, hay un ídolo en el centro y esto no es posible. Luchemos todos juntos para que, el centro, al menos en nuestras vidas, lo ocupen el hombre y la mujer, la familia, todos nosotros, para que la esperanza avance "¡No os dejéis robar la esperanza!".
(visita a Sardeña, 22 de septiembre de 2013) |