El pasado 29 de septiembre fuimos a El Ocotito, cerca de Acapulco, para llevar víveres y productos de primera necesidad a la población afectada por las recientes inundaciones provocadas por el huracán "Manuel". Muchas familias que huyeron de los pueblos negados por el agua a causa del desbordamiento de los ríos se refugiaron en esa zona, donde encontraron refugio también algunos habitantes del pueblo de "La Pintada", en el que desaparecieron más de 60 personas a causa de desprendimientos de tierra de la montaña.
En todo México actualmente hay unas 30.000 personas acogidas en centros improvisados y que han perdido todas sus pertenencias.
Repartimos víveres para más de 200 personas en una zona donde todavía no habían llegado las ayudas de protección civil.
La gente nos recibió con simpatía, nos explicó su historia de sufrimiento y nos agradeció nuestro gesto de proximidad. De hecho, el principal problema es el aislamiento. Las vías de comunicación quedaron interrumpidas durante una semana y actualmente algunas carreteras todavía están en mal estado. Todavía es imposible llegar a algunos pueblos, pues no se puede llegar ni siquiera en helicóptero.
En el refugio de El Ocotito, ante los ojos divertidos de los padres, organizamos una pequeña fiesta con canciones y juegos para los niños del lugar, y luego, acompañados por algunos miembros de la parroquia local, fuimos a entregar víveres a familias refugiadas en las casas de algunos habitantes del pueblo.
El estado de Guerrero, donde está Acapulco y el pueblo de El Ocotito, donde fuimos, es uno de los más pobres de México y uno de los más afectados por la violencia difusa que actualmente se vive en el país. Este gesto de solidaridad de la Comunidad de Sant'Egidio es un pequeño puente de esperanza para superar el aislamiento de la población.
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