Los ancianos «llevan consigo la memoria y la sabiduría de la vida, para transmitirla a los demás, y participan plenamente de la misión de la Iglesia.
Recordemos que la vida humana conserva siempre su valor a los ojos de Dios, más allá de cualquier visión discriminadora.
Se hace necesario, por tanto, comprometerse para una asistencia que, junto con el modelo biomédico tradicional, se enriquezca de espacios de dignidad y de libertad, lejos de la cerrazón y silencios…aquella tortura de los silencios. El silencio muchas veces se transforma en una tortura. Esta cerrazón y silencios que, demasiado a menudo, rodea a las personas en el campo de la atención sanitaria. |