LA AYUDA PARA QUEDARSE EN CASA
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Lucha contra el ingreso en una institución
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El deseo de quien es anciano es el de quedarse en su ambiente, en su casa, en su barrio. En los últimos 30 años, hemos trabajado en una perspectiva totalmente alternativa al ingreso: los ancianos viven, se curan, reaccionan mejor ante la enfermedad y la invalidez, si pueden permanecer en sus casas. En cambio se asiste a un repentino deterioro tanto físico como psíquico y a veces a la muerte, cuando se ven obligados a recuperarse en una residencia. El ingreso en una institución es la condena al aislamiento que a menudo quita al anciano las ganas de vivir. En las residencias se muere cuatro veces más que en casa: los ancianos difícilmente superan la separación del propio ambiente familiar, no solo de las personas sino también de las paredes de casa, de los objetos y de los recuerdos que representan toda una vida. A menudo no les quedan motivos para vivir.
El servicio a los ancianos, en todos los rincones del mundo, quiere garantizar y salvaguardar el derecho del anciano a permanecer en su contexto de vida, manteniendo íntegra su personalidad. Desgraciadamente se asiste, a menudo, a una verdadera desautorización de la posibilidad del anciano de querer y de decidir, de opinar sobre su vida. La Comunidad pone al servicio de los ancianos una serie de atenciones e intervenciones para salvaguardar la dignidad y el derecho a la autodeterminación, que se hace necesaria e indispensable para acompañar a los ancianos en los momentos difíciles, más dolorosos, como los de la enfermedad y la muerte, para que puedan vivirlos de manera humana y digna.
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Respeto por la autodeterminación
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Para muchos ancianos la no-autosuficiencia llega repentinamente y es difícil reorganizar la vida afrontando las nuevas necesidades asistenciales, tanto para quien está mal como para quien se hace cargo de él. Incluso la familia que quiere ayudar a su familiar inválido está poco preparada, no sabe a quien dirigirse, a qué subsidios tiene derecho, qué servicios están disponibles. A menudo las dificultades objetivas y la soledad delante de los grandes problemas de reorganización de la vida familiar, llevan a la recuperación en una institución como única solución razonable, que en la mayor parte de los casos no respeta la voluntad del anciano de permanecer en su casa.
La Comunidad ofrece asesoramiento, orientación, y a veces ayuda concreta para para permitir a los ancianos que continúen viviendo cómo y dónde desean.
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Asistencia domiciliaria
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El compromiso más conspicuo está dirigido a la asistencia domiciliaria para mejorar globalmente la calidad de la vida de los ancianos y para contrarrestar eficazmente el recurso al ingreso en una institución.
En las visitas a domicilio, más o menos frecuentes según la necesidad, se ayuda al anciano en los problemas de la vida cotidiana, en la cura de la persona y a mantener relaciones sociales y afectivas significativas.
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Las vacaciones
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Cada año la Comunidad organiza estancias estivas ofrecidas particularmente a los ancianos no autosuficientes y que no tienen otras alternativas recreativas.
Los ancianos pasan sus vacaciones con las personas de la Comunidad con las que mantienen una relación estable durante todo el año: son ocasión de gran familiaridad.
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