Todos podemos decir “te quiero”, eso es fácil y no hay quién no pueda hablar del amor por los demás, pero pasar de las palabras a los hechos es “harina de otro costal”.

Los miembros de la Comunidad Católica “San Egidio” trascienden cualquier verborrea y hacen realidad las palabras de Jesucristo. “Dirá a los que estén a su derecha: «Vengan, entren en el Reino. Porque tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; estuve enfermo y me visitaron».

Esta comunidad nació en Italia hace 42 años y en El Salvador tiene presencia desde 1980. Su único interés es servir y compartir con los menos favorecidos.

En diciembre de cada año comparten la mesa con “sus amigos” que es como les llaman a los indigentes y miembros de comunidades marginales a los que atienden durante todo el año, ya que su labor no se limita a la temporada navideña.

El sacerdote diocesano Jorge López, miembro de San Egidio, explica que la comunidad tiene diversas actividades con las que atienden a distintos sectores de la sociedad, así por ejemplo, los miércoles se reúnen para orar y después para repartir comida a personas que no tienen hogar y que pernoctan en las calles de San Salvador.

En esta labor, atienden los alrededores del Mercado Central, la zona del Parque Bolívar; por el Hospital de Maternidad y algunas calles del Centro de la capital donde se vivencia la indigencia, que sólo revela las desigualdades sociales.

Cuando salen a la calle para compartir los alimentos, no hay nada que los detenga, con lluvia o con cansancio, siempre van al encuentro de “sus amigos”. “Somos fieles porque ellos nos enseñan a ser fieles”, dice Beatriz Vásquez, servidora de la comunidad, y reitera, “nuestros amigos siempre nos esperan”.

Dentro de las otras actividades que realizan están la visita semanal al hogar de ancianos “Sara Zaldívar”, donde cada sábado llevan amistad, alegría y una merienda a los internos del lugar. Los domingos celebran la misa.

La labor con los niños y niñas no puede quedar atrás y es así como trabajan en las “Escuelas de la Paz”,  según María de los Ángeles Mena, estas funcionan los domingos en la mañana en la Iglesia San José de la Montaña,  y en la de la Sagrada Familia en la colonia Centroamérica.

Los pequeños y las pequeñas reciben refuerzo escolar, tienen un espacio para jugar, pero sobre todo reciben una educación que los forma para cultivar la paz como valor.

Muchos de los que se han beneficiado por las escuelas, ahora prestan servicio y forman parte de la comunidad San Egidio, tal es el caso de  Vilma Rochez, de 26 años; desde los 6 empezó a asistir y ahora forma a otros niños y niñas.

Sus otrora maestros, hablan orgullosos de ella, “ se acaba de graduar de abogada”, dice Mena, como si fuera una madre orgullosa. Es que para cada miembro de la comunidad sus destinatarios son amigos, son familia.

El acompañamiento que dan a muchos de sus beneficiarios es parte de su labor. “Nos gusta servir, uno piensa que va ayudarles a ellos y resulta que es uno el que sale siempre bien lleno de amor”, cuenta emocionada Beatriz.

Este seguimiento se hace realidad con Liset Hidalgo, de 30 años, y madre de 6 niños de entre 14 años y 6 meses. Luego de su último parto le diagnosticaron cáncer y hasta la fecha, pese a los tratamientos, la enfermedad no retrocede.

La comunidad la apoya, le brinda ayuda económica para los gastos médicos, acompaña a sus hijos mientras ella asiste  a las consultas. Cuando estuvo hospitalizada por los tratamientos médicos, en los días de visita “sus amigos” llevaban a sus niños y niñas al hospital para acompañarla.

“La mies es mucha y los obreros son pocos”, dice Jesús, pero en la San Egidio, hay muchos de estos obreros. Para poner el pastel en la cereza, en diciembre organizan comidas en días diferentes para compartir con los que, todo el año son parte de sus experiencias. En cada reunión los invitados comparten la cena y reciben regalos navideños.

Niños, niñas, ancianos, hombres y mujeres nadie se va con las manos vacías; las muñecas, los gorros, las frazadas son parte de las bolsas de regalo que les entregan.

Sin duda que criticar las diferencias sociales, la pobreza, la indigencia es sencillo, pero hacer algo para cambiar esta realidad requiere mucho más que hablar.

Hay un dicho popular que cita: “Tus hechos gritan tan alto que no puedo oír lo que dices”. La comunidad San Egidio lo sabe muy bien.