Trastevere, corazón de Roma y casa de la Comunidad de S. Egidio, acogió hoy con cantos y miles de banderas de colores la llegada del Papa a pesar de la amenaza constante de la lluvia. A través de miles de manos tendidas, Francisco llegó a la Basílica de Santa María en Trastevere y habló y rezó con cuantos asiste la comunidad: ”Ayudad”, les dijo, “a hacer crecer la compasión y la amistad”. Hizo un fuerte llamamiento a dar respuesta a la cultura del descarte en una Europa que definió "cansada”. Además, antes de visitar la sede de la Comunidad, el Papa confió a todos la oración, "arma que toca el corazón de Dios", por la paz y las nuevas pobrezas.
Fue un larzo abrazo, un diálogo fraterno y espontáneo con los últimos el que marcó la visita del Papa a la Comunidad de San Egidio, desde los primeros pasos recorridos por Francisco, con el fundador Andrea Riccardi, en la plaza de la Basílica de Santa María en Trastevere, adonde el Papa llegó alrededor de las 17 h. En pocos metros, miles de personas en fiesta esperando un apretón de manos de bendición; con ellos también enfermos, un grupo de refugiados de Lampedusa; otros, unos mil entre ancianos, sin techo y representantes de otros religiones y movimientos, esperaban a Francisco dentro de la Basílica.
Primero hijo una ofrenda silenciosa a la Virgen de la Clemencia, y después dio la palabra a los protagonistas e una aventura que empezó en 1968, cuyo fundador, Riccardi, explica como "el sueño de ser la Iglesia de todos" orientada hacia las periferias, una familia en la que "el que ayuda se confunde con el que es ayudado".
"Vengo de Siria, Santidad..."
El arzobispo siro ortodoxo de Damasco, Jean Kawak, contó la historia de un pueblo "prisioniero del mal", asustado y asediado, e implora “se debe hacer más por la paz”.
Después, una anciana dio testimonio de la posibilidad de rescate de una sociedad del descarte, una joven agradeció al Papa que hablara de las periferias de donde ella viene, un desempleado y una discapacitada, solos y desesperados antes de la ayuda de la Comunidad, un gitano y un prófugo albanés, contaron cómo se convirtieron, tras muchos sufrimientos, en constructores de la paz; para finalizar, un testimonio desde Colombia, donde S. Egidio ayuda a luchar contra la violencia y la corrupción del narcotráfico.
Tomando la palabra, el Papa habló de la especificidad de la vida de la Comunidad a partir de la oración, corazón de la vida de San Egidio, y su primera labor: "La oración preserva al hombre anónimo de la ciudad de tentaciones que pueden ser también las nuestras: el protagonismo por el que todo gira alrededor suyo, la indiferencia, el victimismo.
Quien escucha la Palabra y "mira al Señor, ve a los demás, que para vosotros son en particular los pobres, en los que está presente Jesús", prosigue Francisco, que subraya el trabajo de la Comunidad al lado de los ancianos. Con los jóvenes, dice, ellos "llevan adelante la historia", y sin embargo, soy víctima de la cultura del descarte, una "eutanasia escondida".
"Lo que no sirve, se descarta. Lo que no produce, se descarta. Y hoy, la crisis es tan grande que se descarta a los jóvenes: cuando pensamos en estos 75 millones de jóvenes desde los 25 años hacia abajo, que son “ni-ni”: ni trabajo, ni estudio. Son sin nada. Sucede hoy, en esta Europa cansada. En esta Europa que se ha cansado: no ha envejecido, no. Está cansada. No sabe qué hacer.
"Debemos ayudarla a rejuvenecer", a volver a encontrar sus raíces renegadas, añade el Pontífice. Pero también los pobres son "piedra angular para construir la soeicdad" afirma el Papa, a pesar de "una economía especulativa qie les priva de lo esencial" y que como vosotros vive la solidaridad, no lo acepta y actúa.
"Y esta palabra – “solidaridad” – muchos quieren quitarla del diccionario, porque ¡a cierta cultura le parece una palabrota! Y no: ¡la solidaridad es una palabra cristiana!"
Finalmente, el Papa habló del compromiso de la comunidad a favor de la paz. "Una obra de artesanos pacientes que buscan lo que une y dejan de lado lo que divide". De ahí la petición de más oración y más diálogo, cada uno a partir de su propia identidad.
"Yo no puedo fingir tener otra identidad para dialogar. No, no se puede dialogar así. Yo soy con esta identidad, pero dialogo, porque soy persona, porque soy hombre, soy mujer, y el hombre y la mujer tienen esta posibilidad de dialogar sin negociar su propia identidad. El mundo sofoca sin dialogo: por esto también vosotros, dad vuestra contribución para promover la amistad entre las religiones".
"Seguid adelante por este camino: oración, pobres y paz. y caminando así, ayudáis a hacer crecer la compasión en el corazón de la sociedad – que es la verdadera revolución, la de la compasión y de la ternura –, haciendo crecer la amistad en lugar de los fantasmas de la enemistad y de la indiferencia".
Poco antes de dirigirse a la sede de la Cmunidad en la cercana plaza de San Egidio, el Papa concluyó con una invitación: ".. rezad mucho. Necesitamos oración en el mundo: por la paz, hay mucha gente que no tiene lo necesario para vivir ... Cada mes, cada mes muchas familias no pueden pagar el alquiler y deben irse; ¿dónde?, Dios lo sabe … Por estos pobres nuevos … Rezad por los pueblos que están en guerra, ¿eh?, por los pueblos que sufren por la guerra: pedid la paz. La oración es el arma que nosotros tenemos para tocar el corazón de Dios. Si rezamos, Él nos escuchará. Os confío la oración, por los pobres, por la paz".
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