Son tiempos difíciles y complejos para las comunidades cristianas en Oriente Medio, algo que también en la última visita a Argentina, el patriarca de los maronitas, el cardenal Bechara Boutros Rai, ha confirmado la extrema gravedad de la situación. Se habla de 4 millones de refugiados que escapan de Irak y de Siria; en el Líbano parece que hay un millón de refugiados cristianos sirios y el éxodo parece no detenerse.
Como cristianos, frente a la impotencia de los países europeos y de los mayores organismos internacionales como las Naciones Unidas, sentimos la urgencia y la necesidad de levantar nuestras voces hacia una violencia sin límites que cada día produce la muerte de tanta gente inocente.
En esta perspectiva, la Comunidad Sant''Egidio ha intentado, en una primera instancia, reunir en Roma a todos los grupos opositores no violentos sirios -el pasado verano boreal-, para buscar una solución política y pacífica a esta situación de guerra civil. Pero sucesivamente los acontecimientos se han ido agravando y la fragmentación de grupos armados opositores, que se mezclan con mercenarios y terroristas, ha hecho crecer una reacción dura y violenta por parte de un régimen político militarizado desde hace años y que parece no estar dispuesto al diálogo. De hecho, todo lo que proviene del exterior, también iniciativas de pacificación, son vistas con sospecha y desconfianza.
En este panorama, la Comunidad ha querido hacer su aporte para ayudar a estos cristianos desorientados por el conflicto y ha coordinado, con la colaboración de los religiosos franciscanos y jesuitas de Líbano, una serie de ayudas primero y, desde hace unos meses, la construcción y gestión de una escuela de la paz para 483 niños sirios provenientes de los campos de refugiados en la zona de Al Fakiha y de Ras Baalbek, en colaboración con un grupo de voluntarios libaneses y un grupo de maestros y profesores locales.
La Escuela de la Paz -se quiso dar este significativo nombre-, ha sido inaugurada el 1º de Diciembre de 2012. Un oasis y una esperanza de paz frente al infierno sirio que en estas últimas semanas ha visto crecer el nivel de violencia con el secuestro de dos obispos ortodoxos de Alepo, Mar Gregorios Yohanna Ibrahim, metropolita de la Iglesia Ortodoxa Siria y monseñor Paul Yazigi, de la Iglesia Griego-Ortodoxa de Antioquia. Ambos comprometidos desde hace años en el diálogo islamo-cristiano y protagonistas del diálogo interreligioso por la paz junto a la Comunidad de Sant''Egidio.
Frente a todo esto la oración es para los cristianos el arma más eficaz y oportuna para pedir la paz, para pedir el cese de todo tipo de violencia y es también memoria para renovar en este año dedicado a la fe, nuestra adhesión y seguimiento a Jesús. En esta perspectiva la Comunidad, como otros años, ha convocado a representantes ecuménicos, familias religiosas, laicos, creyentes, a rezar y recordar a los tantos mártires que en los últimos tiempos, algunos hasta meses atras, han derramado su sangre por la causa del Evangelio para estar cerca de los pobres, para alzar fuerte la voz en favor de la libertad religiosa.
El martes 7 de Mayo, aniversario de aquella conmovedora oración ecuménica de los mártires que convocó el beato Juan Pablo II en el Coliseo romano en el año jubilar, se volverá a renovar este legado de los testigos de la fe de nuestro tiempo, para que su memoria y su ejemplo ayude a todo creyente a vivir la coherencia entre vida diaria y fe, entre acción y oración. Es un llamado que también en este comienzo de pontificado el Papa Francisco, con sus gestos, su actitud de vida y sus elocuentes palabras, intenta comunicar a todo el mundo.
Marco Gallo
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