“La guerra no es un destino ni una fatalidad, y luchar contra la guerra es un acto de valentía”: el cardenal Roger Etchegaray abre con estos términos un debate en Cracovia sobre el tema del conflicto a 70 años de la Segunda Guerra Mundial. Cornelio Sommaruga, ex presidente de la Cruz Roja Internacional, subraya a ese respecto que estamos llamados a una globalización de la prevención de los conflictos. Por eso "hay que trabajar para salvaguardar la paz", y hay que recordar la importancia de la espiritualidad en toda iniciativa de paz.
William F. Vendley, Secretario General del WCRP International, subraya que “los creyentes tienen una fuerza escondida, un vínculo transcendente con la vida, gracias al cual pueden perdonar lo imperdonable". Es irrenunciable liberar a las religiones de los abusos del extremismo y hacer del fin de la guerra el tema central de las religiones". Además, según Vendley, para fomentar la paz hay que "construir una red más fuerte entre las comunidades religiosas: Por último, siguiendo la regla de oro (no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti), formular un nuevo concepto de libertad compartida, creando nuevos aparatos de seguridad local junto a los globales".
Jesús Delgado, ex secretario de monseñor Romero, recordó al arzobispo de San Salvador explicando que “a la luz del Evangelio buscaba la poesía que inspirase el futuro”.
Jan Maciey Dyduch, rector de la Pontificia Universidad de Teología de Cracovia, recordó detalladamente la historia de Polonia del siglo pasado y afirmó que “la libertad de los países debe basarse en la libertad del hombre”.
En nombre de la congregación de obispos anglicanos, David Hamid, obispo anglicano, recordó que la guerra es “un instrumento pecaminoso que hay que abolir en los Estados”. Para Hamid “en la diversidad de los hombres, Dios concede su bendición”.
Tomokazu Hatakeyama, Vicesecretario General del ACRP de Japón, subraya la importancia de “formar parte de una familia mundial construida sobre sólidas relaciones interdependientes".
“Las guerras –declara Heinrich Mussinghoff, obispo de Aquisgrán– son el resultado de la responsabilidad humana a nivel político, económico y social”. Mussinghoff repropone la visión de Juan Pablo II para un continente europeo sin nacionalismos y egoísmos. |