Montenegro quiere entrar en la Unión Europea. Según Filip Vujanovic, Presidente de la República de Montenegro, en Cracovia, durante el encuentro de la Comunidad de Sant’Egidio, para “reforzar la unidad hace falta mejorar la cooperación en una perspectiva de una ulterior ampliación. Oponerse a la ampliación representaría un obstáculo para el papel de Europa en el futuro”. Los valores capitales de la cultura y de la religión “siempre han caracterizado a Montenegro y así será también en el futuro. La misión de Europa forma parte de nuestro espíritu y por eso Montenegro siempre ha trabajado para esa misión”.
Pero en Europa, mientras tanto, han surgido nuevos muros: “Los muros sirven de poco o de nada –explica Giuseppe Laras, Presidente de la Asamblea de rabinos de Italia–. Sólo sirven para hacer que aumenten los resentimientos y para hacer más difíciles las problemáticas y las soluciones que, aun así, debemos buscar. Conocer y amar al extranjero significa darse cuenta del sufrimiento, del malestar y del miedo que vive: comprender esta dimensión nos hace disponibles a trabajar por la libertad y por la dignidad”. ¿Puede la fragilidad convertirse en un recurso? Para Pierre Morel, secretario general del Consejo de la Unión Europea, “Europa, en la memoria de la guerra y de Auschwitz, contiene la conciencia estructural de la fragilidad del hombre contemporáneo. Europa puede vigilar y sostener esta fragilidad”. “La misión de Europa –dice por su parte el cardenal Paul Poupard, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Cultura– es la de construir un nuevo humanismo partiendo de los valores que tenemos y sobre los que podemos construir juntos”. A pesar de sus crisis de crecimiento, la Unión Europea es para Heidemarie Wieczorek-Zeul, ministro de cooperación de Alemania, “un modelo y una fuente de esperanza: la guerra en Europa hoy es inconcebible, espero que lo sea también dentro de algunos años en África”. |