Los m�s ancianos |
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LA ASISTENCIA DOMICILIARIA
Desde el inicio el amor por los ancianos se ha configurado como la elecci�n por quien es pobre. Una pobreza, la de los ancianos, debida no s�lo a la escasez de recursos econ�micos: con el paso de los a�os, con el surgimiento de la enfermedad, con la p�rdida de la autosuficiencia f�sica, en efecto, los ancianos experimentan la precariedad de los propios recursos personales personali. A la situaci�n de dificultad se a�ade la pobreza relacional debida al aislamiento y al abandono que, no pocas veces, los ancianos sufren. Para contrarrestar tambi�n el "destino" ineluctable para tantos ancianos de un ingreso, ha nacido la asistencia domiciliaria de la Comunidad. La amistad, el encuentro directo, la implicaci�n personal con los ancianos pueden parecer armas inadecuadas para afrontar problemas que parecen necesitar respuestas m�s complejas y estructurales. Sin embargo, en estos a�os al lado de los ancianos, la amistad y la proximidad han contrarrestado radicalmente la espiral de la marginaci�n, rompiendo el aislamiento de muchos ancianos.
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