Los m�s ancianos |
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RESPETO POR LA AUTODETERMINACI�N
La ayuda a los ancianos para que puedan permanecer en su propia casa es un servicio para prevenir el ingreso en una instituci�n realizado por la Comunidad de Sant'Egidio a partir de 1988. El deseo es responder a los problemas de los ancianos que, por su edad avanzada, el reducido grado de autonom�a, la presencia de m�ltiples patolog�as, los desahucios, conflictos familiares y la pobreza econ�mica, presentan un alto riesgo de ingreso en estructuras geri�tricas. La carencia de servicios operativos, como la asistencia domiciliaria, y los reducidos recursos sociales y econ�micos de muchos ancianos, a menudo dificultan la permanencia en el propio domicilio, cuando sobreviene la invalidez, la no-autosuficiencia f�sica o ps�quica. Para muchos, la �nica respuesta parece ser el ingreso en una instituci�n. Ayudar a los ancianos a permanecer en su propia casa, incluso cuando las fuerzas declinan, es el objetivo fundamental de la Comunidad. Por este motivo se ha puesto en marcha un servicio que recoge las peticiones que llegan a la comunidad de parte de ancianos, de sus familiares, y de servicios p�blicos (m�dicos, hospitales, asistentes sociales). Estas peticiones est�n orientadas generalmente en la b�squeda de soluciones de apoyo en el domicilio. De la experiencia de servicio a los ancianos madurada por la Comunidad de Sant'Egidio ha surgido la posibilidad de prevenir el ingreso en una instituci�n a trav�s de programas personalizados que pongan en comunicaci�n todos los recursos sociales, f�sicos y econ�micos que se pueden utilizar a favor del anciano, creando de esta manera, a trav�s de una concreta sinergia, una alternativa a la residencia. A menudo, la falta de perspectivas diferentes, de informaci�n, de coordinaci�n o incluso la ausencia de un esfuerzo directo que active los recursos ya existentes, determinan el ingreso en una instituci�n. En efecto, en muchas situaciones la sencilla propuesta de una ayuda m�nima, hace que el anciano y su familia se decidan por una soluci�n diferente a una residencia.
A menudo, en efecto, los familiares no saben como gestionar la situaci�n de un anciano no-autosuficiente en casa, sobretodo cuando la falta de autosuficiencia sobreviene de manera repentina como consecuencia de un acontecimiento morboso (ca�das y fracturas, ictus cerebrales etc.). Normalmente se desconocen las estructuras a las que uno puede dirigirse, cu�les son los subsidios existentes, los servicios disponibles para los ancianos. Para el anciano y su familia, es fundamental la existencia de un punto de referencia al que dirigirse para pedir indicaciones y consejos. Conviene recordar que, muy a menudo, la familia de los ancianos est� formada sobretodo por otros ancianos. Junto a un anciano de noventa a�os encontramos un familiar de edad avanzada o un hijo de m�s de sesenta a�os. As� pues, la atenci�n a un no-autosuficiente recae en una persona que necesitar�a asimismo ayuda.
Muy a menudo las peticiones de ayuda nacen de la soledad desesperada en la que el anciano se siente perdido. �ste busca un ingreso, no porque sea efectivamente necesario, sino porque no vislumbra otra soluci�n que la de una estructura "protegida". En muchas situaciones en las que la solicitud de ingreso es impropia, tendemos a garantizar al anciano un punto de referencia, que alivie su incertidumbre y su angustia. Por poner tan s�lo un ejemplo, en estos �ltimos diez a�os hemos ayudado en Roma, exclusivamente a trav�s de una relaci�n telef�nica mensual, aproximadamente a 10.000 ancianos. Esto nos permite monitorizar su condici�n con continuidad, ayudarle a permanecer en casa el mayor tiempo posible y preparar intervenciones posteriores. En la mayor�a de los casos atendidos a trav�s de esta intervenci�n es posible desarrollar una acci�n de enlace entre servicios y ancianos, entre servicios y familias, ofrecer una ayuda concreta en la organizaci�n de la vida cotidiana, integrar intervenci�n p�blica y privada, reelaborar la petici�n de ingreso en una residencia, transform�ndola a menudo en una soluci�n diferente, m�s aceptable para la familia y para el mismo anciano. En el �ltimo a�o, por ejemplo, siempre en Roma, de 860 peticiones de dicho tipo, llegadas a la Comunidad, m�s de la mitad se han solucionado con la permanencia en casa del anciano. Para favorecer esta permanencia es importante activar y coordinar en red todos los recursos disponibles, que van desde la asistencia domiciliaria del Ayuntamiento, a los servicios de asistencia domiciliaria extra hospitalarios (asistencia de enfermer�a y fisioterap�utica a), desde el vecino de casa que ayuda al comerciante que se presta a llevar la compra a domicilio, de los conocidos que le visitan, al control telef�nico mediante instalaciones de teleseguridad, a las peticiones de ayudas y subsidios econ�micos que los entes adjudican a los indigentes. Nuestro servicio tiene una funci�n catalizadora al establecer la red que el anciano s�lo no puede poner en marcha. Adem�s, muchas personas que quieren ayudar a los ancianos a menudo no saben como hacerlo.
A lo largo de estos a�os hemos ayudado a muchos ancianos a permanecer en sus casas y a reincorporarse en el contexto social (en Roma, desde 1988 han sido unos 12.000). Pero este compromiso est� presente en todos los lugares donde la Comunidad ha empezado a vivir la amistad con los ancianos. Cuando el regreso o la permanencia en el propio domicilio no es posible, la alternativa a la mega instituci�n se realiza a trav�s del ingreso en estructuras m�s peque�as de car�cter familiar, como pueden ser las casas de acogida o residencias de peque�as dimensiones, privilegiando tambi�n, como criterio de elecci�n, la preferencia del anciano: la cercan�a al barrio de origen o a los propios familiares.
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