Patriarch der Serbisch-orthodoxen Kirche
|
Saludo al pueblo que llena de belleza esta iglesia. Saludo a Sarajevo, donde viven, además de nosotros, los ortodoxos, también católicos, musulmanes y judíos como un pueblo que lleva el rostro de Dios en su interior.
Nuestro deber es besar a todas las personas en las que se refleja el rostro de Dios.
También debemos amar a nuestros enemigos. Eso lo puede hacer quien lleva a Jesús en su interior.
Doy las gracias a Dios por estar en esta iglesia.
Me vienen a la memoria las palabras del salmo de David: “Mira que es bueno y da gusto que los hermanos convivan juntos”. Es cierto. Da gusto ver que estamos juntos y unidos cuando el Espíritu Santo desciende sobre nosotros y nos llama a ser hermanos y niños de Dios. Debemos amar a los seres humanos.
Ruego para que esta comunión espiritual se haga realidad más a menudo en nuestra vida y en nuestro tiempo en el que los valores humanos han quedado relegados a la periferia y otras cosas han ocupado el lugar de la fe.
Los cristianos tenemos la obligación de difundir la Palabra de Dios, la verdad que hemos recibido, único fundamento de nuestra vida, también a los demás pueblos.
Ha pasado mucho tiempo desde las divisiones entre cristianos pero la casa dividida está destinada a destruirse.
Ha pasado mucho tiempo y eso nos exige que estemos más cerca unos de otros.
Tenemos un único Evangelio que nos une.
Sobre esta verdad debemos construir nuestro futuro.
Somos miembros de una comunidad espiritual que hemos recibido.
Hago un llamamiento a todos los que tienen la libertad de continuar la obra de Dios y a los representantes de las distintas iglesias: que Sarajevo no se quede sin cristianos.
Si lo logramos salvamos lo que hemos heredado y lo dejamos a las generaciones que vendrán.
El cristianismo pide amar a los vecinos y a los que no son cristianos.
Eso es lo que nos caracteriza como cristianos.
Os saludo y pido al Señor que nos dé su Paz. En estos tiempos caóticos la necesitamos.
Sentimos que en nuestra vida tenemos el deber de vivir así.
Saludo a todos, al cardenal y a todos los presentes.
Pido al Señor que nos dé su paz.
Estamos aquí para hacer nuestra aportación a la paz.
Bendigo a todos.
(Síntesis) |