La basílica de San Juan se ha llenado esta tarde con el "pueblo de Sant'Egidio" y con muchos de sus amigos para celebrar el 48 aniversario de la Comunidad. Presidiendo la celebración, el arzobispo de Bolonia, Matteo Zuppi, en su homilía, tras haber manifestado su alegría –acompañada por un largo aplauso– por la llegada ese mismo día a Roma de la primera familia de refugiados sirios mediante los corredores humanitarios, impulsados por Sant'Egidio junto a las iglesias evangélicas italianas, ha recordado la historia de muchos años al servicio de los pobres y de la paz: "Hoy no es la fiesta de una institución sino una etapa de un camino que empezó la tarde del 7 de febrero de 1968, cuando Andrea Riccardi reunió a un pequeño grupo de estudiantes de secundaria alrededor del Evangelio y empezaron a gastar su vida al servicio de los más pobres, con la profunda intuición de que aquel era el camino para cambiarse a uno mismo y para cambiar el mundo. Y esta ambición por hacer mejor el mundo no ha cambiado. Hoy aún más soñamos y trabajamos para que la guerra quede proscrita de entre los hombres, para que se vacíen los arsenales y sea derrotada la infamia de la pena de muerte, para que nuestros países no vacíen su alma y se conviertan en un mercado, para que el mundo encuentre el camino de la unidad y el diálogo derrote al prejuicio. Y creo que todos tenemos ante nosotros el desafío de la paz, y es tarea de todos ganarla, con la red de relaciones, con la sabiduría de los encuentros y con la insistencia de la oración".
Habló de sueño pero también de realismo habló al final de la celebración, en su saludo, el presidente de Sant'Egidio, Marco Impagliazzo: "La amistad con los pobres nos ha llevado a un realismo que nace de conocer muchos ambientes y países. Pero leer el Evangelio siempre nos ha invitado a transformar aquella realidad, a cambiar el mundo, en una comunidad que quiere ser cada vez más amiga de Dios, de los pobres y de la paz, expresión de un cristianismo popular". Al finalizar la liturgia hubo un saludo y un largo aplauso a la familia siria que acababa de llegar a Roma, y que estaba sentada en los lugares de honor.
La homilía de Matteo Zuppi >>
El saludo de Marco Impagliazzo >>
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