Desde la crisis desatada en 1994 por el genocidio de Ruanda, las calles de la región del Kivu se han llenado de niños y jóvenes que son llamados "Maibobo", es decir, "niños de la calle".
En un primer momento se trataba de menores que iban acompañados y que huían de la guerra, que habían perdido a sus padres, que estaban perdidos y que tenían traumas a causa del conflicto. Hoy, casi 20 años después de aquellos trágicos acontecimientos, el fenómeno de los niños de la calle no ha terminado, sino que ha aumentado dramáticamente, y cada día encontramos a niños de 10, 12 años o incluso mayores que han roto sus lazos familiares, duermen al aire libre y vagan por las calles de la ciudad intentando sobrevivir, en una sociedad que no se ocupa de ellos y en un mundo cada vez más individualista.
Cuando empezó en Bukavu la primera "Escuela de la Paz" en el barrio de la catedral de Notre Dame de la Paix, en la zona conocida como Muhungu, llegaban niños de toda extracción social y proveniencia (niños escolarizados, provenientes de familias muy pobres, niños sin familia...)
A medida que estrechábamos la amistad con aquellos niños, lo que incluía también la ayuda escolar, vimos en seguida que algunos de ellos no tenían ni casa ni familia. Todavía recordamos perfectamente a "Idea" y a Josué (11 y 12 años), que estaban siempre juntos y limpiaban coches en los cruces de calles para sobrevivir... con la Escuela de la Paz también nosotros aprendimos a conocer la vida y la historia de aquellos niños a los que todos despreciaban.
Entendimos que ningún niño tiene un futuro marcado desde un inicio. Y nunca se puede decir que hay vidas que están perdidas ya desde la infancia. Todo es posible, siempre !
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Este taburete lo he hecho para mi madre. Cuando vuelva le diré: "Es para ti, y lo he hecho con mis manos..." |
Unos años después, una operación de policía que pretencía "limpiar" las calles de la ciudad afectó a todas las personas que vivían por la calle, que pedían limosna o que tenían un aspecto descuidado. De ese modo muchos jóvenes terminaron en la ya superpoblada cárcel central.
La Comunidad de Sant'Egidio respondió con una carta abierta a las autoridades denunciando este abuso, y entonces empezamos juntos a pensar un futuro para aquellos niños. En primer lugar logramos que la cárcel destinara una zona para los menores, separada de los adultos, y luego empezamos a lograr la liberación de los primeros amigos. En un primer momento alquilamos una pequeña casa, "el Arca de amistad", donde acogimos a nuestros amigos fuera de la cárcel.
Tras ser liberados de la cárcel expresaron su agradecimiento a la Comunidad con una canción: "Sant'Egidio Inasaidia!", que fue una de las más votadas en "singAfrika”
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Con los niños de la calle con el uniforme de aprendiz |
Nos ocupamos de ellos y con la ayuda de religiosos y amigos los ayudamos a ir a escuelas de formación. Aksanti, por ejemplo, quería estudiar mecánica porque soñaba trabajar en un taller. Ishara abrió un negocio de tarjetas telefónicas, Alain y Djuma trabajan en una carpintería, donde se ganan la vida honestamente. Pero el primer trabajo es el de la amistad, que da una nueva orientación a la vida de muchos niños.
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