"Es como salir de la cárcel". Así definió Roza, una anciana de la residencia municipal de Shkodër, la excursión al mar que organizó la Comunidad de Sant'Egidio de Shkodër el 31 de julio para un grupo de 23 ancianos y discapacitados. Al llegar a la playa de Velipoja, jugaron una partida de voleibol, se dieron un chapuzón y descansaron un rato a la sombra. Luego, una rica comida en un pinar y bailes de grupo para celebrar un día tan especial.
Para Astrid, musulmán de 32 años, que lleva 14 en la residencia, "han sido unas vacaciones en familia": él, con problemas de motricidad, fue abandonado por su familia pero –explica– "ahora mis padres se llaman Sant'Egidio". Sí, porque AStric es uno de los 76 discapacitados y ancianos que los jóvenes de la Comunidad de Shkodër van a visitar cada semana durante el año y que en verano tampoco dejan solos: el calor del clima albanés se puede combatir con el calor humano, sobre todo el de la alianza entre jóvenes y ancianos.
En los últimos años, en Albania han aumentado las peticiones de ingreso en residencias; a menudo son los hijos los que, al emigrar al extranjero, piden el ingreso. Así pues, también en las ciudades albanesas empieza a plantearse el problema de la soledad de los ancianos que viven solos en casa y con todos sus parientes en el extranjero. |