Dejan incrédulos y consternados las noticias que llegan de Irak: miles de personas, entre las cuales hay tantos cristianos, expulsados de sus casas brutalmente; niños muertos de sed y hambre durante la fuga; mujeres secuestradas; violencia de todo tipo; destrucción de patrimonios religiosos, históricos y culturales». Todo esto ofende gravemente a Dios y a la humanidad.No se hace la guerra en nombre de Dios. No se lleva el odio en nombre de Dios.Todos nosotros, pensando en esta situación, en esta gente, hagamos silencio y recemos.
Ángelus del domingo 10 de agosto de 2014 |