El domingo por la tarde hubo gran fiesta por la visita pastoral del papa Francisco a la parroquia romana de S.Giuseppe all'Aurelio, en via di Boccea. A su llegada, entre los saludos de la gente que lo esperaba con gran emoción, el papa Francisco quiso recibir a una familia gitana que la parroquia conoce y ayuda desde hace años, y una delegación de los niños de la Escuela de la Paz de Val Cannuta y de los Jóvenes por la Paz. En Val Cannuta la Escuela de la Paz reúne a niños del barrio, muchos de los cuales viven en un centro del Ayuntamiento de Roma donde se alojan temporalmente muchas familias necesitadas. El papa Francisco decidió precisamente irles a ver a ellos, y los saludó a todos cariñosamente, uno a uno. A todos dio palabras de esperanza y de ánimo. "Os deseo lo mejor, que siempre haya paz en vuestra familia, que haya trabajo, que haya alegría. Y no perdáis nunca la esperanza. Porque la esperanza es el Señor: y el Señor nunca defrauda", dijo el Papa. Y luego añadió: "quiero terminar con una palabra de agradecimiento. Doy las gracias a aquellos que hacen la Escuela de la Paz. Es una semilla muy importante que dará frutos con el tiempo. Lo que hacéis en todo el mundo es muy importante porque sembráis en la vida de los niños una semilla que dará fruto. Debéis trabajar con esperanza y paciencia. Hay que tener paciencia. Pero vuestro trabajo es un gran trabajo".
El papa Francisco hizo a continuación una oración con los presentes, visiblemente emocionados, y les impartió la bendición.
La visita pastoral del papa Francisco en la parroquia de S.Giuseppe se produce en el III domingo de Adviento, denominado Gaudete, el domingo de la alegría. Y precisamente la alegría cristiana fue el centro de la homilía del papa Francisco durante la misa. "La alegría cristiana es un don del Señor. Para tener esa alegría hay que rezar, dar gracias y llevar a los demás el alegre anuncio. Esa es la vocación del cristiano: oración, acción de gracias y ayuda a los necesitados. Así llegaremos a la Navidad". |