Concebido como primera "cumbre intercristiana" para hacer frente al drama de las minorías religiosas perseguidas en Oriente Medio, la preparación del Coloquio Internacional "¿Cuál será el futuro de los cristianos en Oriente Medio?", organizado por la Comunidad de Sant’Egidio y por la Archidiócesis de Bari, se ha visto atropellada por la tragedia de los cientos de inmigrantes muertos en el Mediterráneo. Así, si bien el objetivo del Coloquio que se celebrará en Bari los días 29 y 30 de abril sigue siendo el de "colmar un vacío de ideas, de escucha y de acción", como dijo el fundador de la Comunidad Andrea Riccardi, ahora se amplía a todo el espectro de una emergencia que parece no tener fin. En la conferencia de prensa que se celebró en la Sala de la Paz de Sant'Egidio el presidente de la Comunidad Marco Impagliazzo afirmó que el objetivo es "superar la emergencia" empezando por "escuchar la realidad", dando la palabra a los protagonistas, a los jefes de las Iglesias cristianas de Oriente, que "ven como peligra la permanencia de sus comunidades en las tierras en las que están presentes desde hace siglos, antes incluso que los musulmanes".
Escuchar sus testimonios, como harán en Bari los gobernantes europeos –desde el ministro de Exteriores italiano Paolo Gentiloni hasta el secretario de Relaciones don los Estados de la Santa Sede, Paul Richard Gallagher y los representantes de los gobiernos alemán, francés, británico, estadounidense, ruso, griego y chipriota–, debería ayudar a superar la "sordera" que ha demostrado la comunidad internacional y la diplomacia respecto a un problema hasta ahora no afrontado o afrontado con instrumentos erróneos –la guerra– o escondiendo la cabeza bajo la tierra del desierto. "La guerra no sirve –ha dicho Impagliazzo–, no es un instrumento de solución de los conflictos; las guerras empiezan y no terminan nunca, y dejan tras de sí consecuencias impredecibles. Lo que falta es un instrumento legitimado de policía internacional que pueda actuar en determinadas situaciones locales para encontrar una solución a situaciones de crisis".
Para enfriar la situación que se vive en Siria, ha recordado Andrea Riccardi, la propuesta de "Save Aleppo" el proyecto para salvar Alepo, ciudad de milenaria convivencia entre religiones y culturas, señaló el instrumento diplomático idóneo: una tregua protegida por la comunidad internacional. El enviado de la ONU Staffan De Mistura asumió la propuesta lanzada por Sant'Egidio y la presentó al Consejo de Seguridad, pero inexplicablemente cayó en la indiferencia de las potencias europeas: una buena idea que "fue arrollada por los acontecimientos y anteriormente por el olvido y la falta de compromiso de la comunidad internacional", ha dicho con amargura Andrea Riccardi; con todo, "el trabajo sigue abierto, aunque los trabajadores que fueron llamados a desempeñarlo lo hayan abandonado provisionalmente".
Riccardi también ha recordado la propuesta que él mismo lanzó hace tres años y que hasta el momento ha sido desatendida: un "Safe Haven" en la llanura de Nínive, donde viven cristianos y otras minorías. ¿Qué hay que hacer ahora para que no se repita otro fracaso en el frente trágico de los desembarcos? Marco Impagliazzo ha dado algunas cifras elocuentes: desde enero hasta la actualidad 105 de los 133 desembarcos que se han producido en Italia han tenido su origen en Libia; 14 mil de los 17 mil refugiados que han llegado a las costas italianas provenían de las costas libias. Allí hay que intervenir. A ese respecto, el presidente de la Comunidad ha dado cuenta de los primeros y prometedores resultados de la diplomacia de Sant'Egidio: "Hemos pedido al Gobierno de Trípoli que haga un gesto de buena voluntad interviniendo sobre los traficantes de seres humanos para poner fin a esta vergüenza, y el Gobierno de Trípoli ha contestado positivamente, del mismo modo que se ha comprometido a dar digna sepultura a las víctimas del último naufragio. Lo consideramos un pequeño pero concreto signo de la voluntad de abrir una negociación seria para hacer frente a un problema gigantesco".
En el mismo ámbito se coloca la iniciativa elaborada por Sant'Egidio junto con la Federación de las Iglesias Evangélicas para lograr, ha dicho Riccardi, que "venir a Europa como refugiado no signifique para los refugiados de África y de Oriente Medio tener que aventurarse a la desbandada en los 'barcos de la muerte' por el Mediterráneo". Marco Impagliazzo ilustró la iniciativa: "Se trata de abrir un canal humanitario en Marruecos y Líbano, vinculado a los consulados europeos, al que se puedan dirigir los solicitantes de asilo para obtener un visado que les permita emprender con seguridad el viaje hacia la salvación". La hipótesis de experimentar estos "humanitarian desks", ha dicho Impagliazzo, "ya está prevista en los acuerdos de Schengen y en el mismo Tratado de Lisboa, que prevé una forma de 'protección subsidiaria y temporal' para quien huye de guerras o de calamidades naturales. De ese modo se podría garantizar una vía de tránsito segura y protegida para los refugiados hacia Europa. Las graves crisis de estos días justifican recurrir a una medida que, por otra parte, tiene base jurídica. Se podría garantizar el financiamiento de estos "humanitarian desks" gracias a una parte del 8 por mil destinado a las Iglesias Evangélicas y por aportaciones voluntarias recaudadas por la Comunidad de Sant’Egidio". |