En Malawi la situación de muchos ancianos es de extrema pobreza y abandono. Muchas veces son acusados de brujería y reciben amenazas y maltratos. A veces la intolerancia explota hasta quemar y destruir sus casas. Recientemente, en Thyolo, un pueblo cerca de Blantyre, un anciano fue asesinado porque lo acusaban de practicar la brujería.
La amistad de muchos jóvenes de la Comunidad de Sant'Egidio con los ancianos de muchos barrios y pueblos de Malawi, es una defensa de su vida y al mismo tiempo una predicación de amor que ayuda a la gente a mirar con ojos distintos a los ancianos, a respetarlos y a ayudarlos.
En estos últimos meses los ancianos se han visto afectados por el hambre que se ha extendido por gran parte del país tras unas inundaciones que han destruido las cosechas de maíz y las casas. Actualmente comprar 50 kg de maíz cuesta 8.500 kwacha, el doble de hace 6 meses. Las Comunidades de Malawi se han movilizado para ayudarles y que no les falte lo necesario.
En Bangwe, una gran township situada a los márgenes de la ciudad de Blantyre, desde hoy hay un signo visible de esta amistad y protección Para responder a la necesidad de algunos ancianos que lo habían perdido todo durante las últimas inundaciones del pasado febrero, se abrió una nueva casa de acogida. La casa, formada por dos apartamentos y por un espacio común, puede dar hospitalidad a varios ancianos además de acoger a otros durante el día, para compartir el almuerzo, ofrecer cobijo y luchar contra la soledad y la indiferencia. Las casas para los ancianos que ha abierto la Comunidad de Sant'Egidio son lugares de esperanza y solidaridad entre generaciones, una apuesta cultural que Sant'Egidio quiere vivir en Malawi y en toda África.
Los primeros ancianos alojados en la nueva casa son una pareja, Julio y Esther. Julio nació el 22 de abril de 1942 y conoció a Esther cuando eran adolescentes. Viven juntos desde hace casi 50 años. Esther nació a principios de los años 40. No es capaz de recordar el día ni el año que nació. Quedó huérfana cuando todavía era una niña. Tuvieron tres hijos, dos de los cuales murieron probablemente a causa del sida. Les queda un solo hijo que no les ayuda.
Julio y Esther conocieron la Comunidad de Sant'Egidio en Bangwe en 2013. Su vida se hizo más difícil cuando Julio, que era sastre, ya no pudo coser a causa de la edad y de sus enfermedades. No sabían como continuar su vida, ya no tenían dinero para pagar el alquiler de la casa en la que vivían ni tampoco para comprar alimentos. Dicen que siempre han vivido una vida de gran pobreza y privaciones. Este año la casa en la que vivían quedó destruida por las lluvias que afectaron a la mayoría de Malawi. Lo habían perdido todo y lloraron, esta vez de alegría, el día que les invitaron a vivir en la casa que la Comunidad de Sant'Egidio ha construido para los ancianos de Bangwe.
La tercera huésped de la casa es Ndasalapati, que también nació a principios de los años 40 en el distrito de Nsanje, al sur de Malawi. Se casó y tuvo 11 hijos. Por desgracia perdió muy pronto a su marido y a nueve de sus hijos. A los dos hijos vivos que le quedan haced años que no les ve. Conoció a la Comunidad de Sant'Egidio en Bangwe, donde vivía en una pequeña cabaña, que también quedó destruida por las fuertes lluvias. Cuando la invitaron a ir a vivir a la nueva casa reveló que su verdadero Ndasalapati (que significa "lo que queda de mí") no era su verdadero nombre, que es Zefia. Ndasalapati es el nombre que se había puesto y con el que todo el mundo la llamaba a causa de las grandes dificultades y del abandono que había pasado antes de conocer la Comunidad.
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