La Comunidad de Sant'Egidio manifiesta su preocupación por las recientes afirmaciones de hombres de gobierno sobre la inmigración y la seguridad.
La irrazonable equiparación entre inmigración y criminalidad no sólo no se corresponde con la verdad, sino que lleva a la criminalización de los inmigrantes, no respeta los derechos de las personas y deforma la realidad. Los datos del Instituto Nacional de Estadística (Istat) de los últimos años muestran que los inmigrantes que se han establecido en Italia y que se encuentran en una situación de regularidad no violan las leyes por delitos penales más que los ciudadanos italianos.
Si las cárceles italianas están superpobladas y con un número elevado de inmigrantes es a causa del delito de inmigración clandestina, que supone el 1,87% de las denuncias relativas a inmigrantes. Además, la gran parte de detenidos extranjeros están a la espera de juicio (por tanto, no son considerables culpables según el art. 27 de la constitución italiana). Asimilar inmigración a criminalidad, pues, es injusto y carece de base. Además, oculta, bajo la polémica mediática, la cuestión fundamental de la integración.
Sólo una auténtica política de integración y una simplificación legislativa para regularizar la presencia de muchos trabajadores extranjeros es la respuesta necesaria en este tiempo histórico de grandes movimientos de población.
La Comunidad invita a reflexionar sobre las recientes palabras del Papa: "Un inmigrante es un ser humano, diferente por proveniencia, cultura, y tradiciones, pero es una persona que hay que respetar y con derechos y deberes, en particular, en el ámbito del trabajo, donde es más fácil la tentación de la explotación, aunque también en el ámbito de las condiciones concretas de vida. Invito a mirar el rostro del otro y a descubrir que tiene una alma, una historia y una vida: es una persona y Dios lo ama igual que me ama a mí" (Angelus, 10 de enero de 2010). |