Los muros de las cárceles palermitanas estos días han visto algunas sonrisas más. El 9 de junio una representación de la Comunidad de Sant’Egidio de Palermo visitó a 60 detenidos de la cárcel Pagliarelli. Entre ellos había muchas extranjeras, provenientes mayoritariamente de África y de los países del Este de Europa, y también chinas. Han pasado varios meses, pero finalmente se ha podido renovar aquel lazo que se creó en la primera visita. Las detenidas esperaban esta visita y nos acogieron de la mejor forma posible. Nos reunimos en un patio interno de la cárcel. Prepararon mesas, decoradas con hermosas flores de papel que habían hecho algunas de ellas. También había dulces hechos para la ocasión. Un grupo recita poesías. Versos de Brecht y de Juan Pablo II. Se emocionan, y también nosotros, por la acogida hermosa más allá de lo previsto. Tras haber dado las gracias por la acogida, recordamos la primera visita y les decimos a todas que en Sant’Egidio creemos que la amistad siempre es posible, incluso entre gente diferente. Esta amistad puede superar los muros de la cárcel y quiere ser un apoyo para ellas en los momentos difíciles. Todas querían hablar, explicar sus historias, comunicar la amargura y también las esperanzas por una vida nueva, cuando salgan. Dan las gracias a la Comunidad porque se acuerda de ellas. La visita se concluye con un reparto de ropa interior y con un helado para todas. Pero la amistad continúa a través de las cartas, que varias de ellas ya han empezado a escribir.
La amistad se renueva también con los detenidos de Ucciardone, la otra gran cárcel de Palermo. Los meses pasados la Comunidad presentó entre los muros de la antigua cárcel borbónica, como ya había hecho en otras cárceles italianas, la campaña “Liberar a presos en África”. El 13 de junio volvemos para explicar los sorprendentes resultados de la campaña y para pasar juntos algunas horas de alegría. Sergio Vespertino, un cómico muy conocido en Palermo, ofrece lo mejor de su repertorio para los detenidos, que acompañan el espectáculo con sonoras carcajadas. La actriz Consuelo Lupo concluye con una poesía de Simone Weil. Nos saludamos con un helado para todos y la promesa de volvernos a ver pronto.
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