El 26 de febrero en Budapest, en el pasaje subterráneo de la plaza Kálvin se hizo una oración con el lema "Evangelio en los pasos subterráneos". Había pobres, jóvenes y mucha gente que pasaba y se quedó, atraída por los cantos y por las palabras del Evangelio.
En el frío invierno húngaro, muchas personas que no tiene casas y viven por la calle encuentran cobijo del frío y logran sobrevivir en los pasos subterráneos.
La reciente ley húngara ha prohibido que nuestros amigos sin domicilio puedan quedarse en esos lugares y por eso rezar juntos ha sido una respuesta humana y alegre que contrasta con el clima de desprecio difuso hacia los pobres. Así, en el paso subterráneo resonó por primera vez la oración y los cantos de la Comunidad, con el Evangelio en el centro: Jesús nos reúne y nos llama amigos porque guarda y aprecia la vida de todos, sin preferencias de personas. Todos podemos ser amigos de Jesús; solo tenemos que escuchar su Palabra, una palabra que está cerca de todos.
Alrededor del icono del Santo Rostro se reunió un pequeño pueblo, una alianza de pobres, jóvenes, voluntarios, amigos y gente que pasaba, que demuestra la fuerza de la esperanza, de la acogida y del amor por los demás.
Una manera pacífica pero fuerte de decir no al clima de intolerancia y de racismo que se infiltra cada vez más en la sociedad y también en la legislación húngara. |