La semana pasada un grupo de Gente de Paz de Roma y de jóvenes por la paz de Catania visitaron a los menores del Centro de Acogida de Augusta, en Sicilia. Los repetidos desembarcos que se producen en la isla, las historias de esos viajes difíciles y peligrosos y las noticias de las víctimas de los viajes de la esperanza han hecho que los "nuevos europeos" de Gente de Paz, que inmigraron hace años a Europa, pasen sus vacaciones haciendo gestos de solidaridad.
En 2014 llegaron a Italia por mar más de 9.000 menores. En parte son niños sirios que huyen con sus familias, pero la mayoría (unos 7.000) llegaron solos, sin ningún familiar (son menores "no acompañados"), desde Eritrea, Somalia, Mali, Nigeria, Egipto, Bangladesh, Ghana y Gambia.
Los menores ya son el 10% de los refugiados que desembarcan en Italia. La mayoría tiene entre 14 y 18 años, pero los hay de 11-13 años.
Augusta, cerca de Siracusa, es uno de los puertos donde los barcos de la marina militar italiana que participan en la operación Mare Nostrum llevan a miles de inmigrantes que encuentran en embarcaciones precarias en el Mediterráneo. Desde la zona de auxilio del puerto militar los refugiados son distribuidos por los distintos centros de acogida repartidos por toda Italia. Por el contrario, los menores no acompañados permanecen en el primer centro de acogida.
Por eso en Augusta, en una escuela cerrada se ha abierto un centro de "primerísima acogida" para los menores no acompañados. Actualmente hay unos cien, entre 13 y 18 años.
Deberían quedarse allí algunos días, pero muchos hace 3/4 meses que esperan allí a que se les reconozca su minoría de edad y otros trámites. Muchos de ellos, sin esperar que terminen esos trámites, se van del centro para reunirse con parientes suyos en otras ciudades italianas o europeas y obtener allí más rápidamente el tan esperado permiso de residencia. Pero también son muchos los que no tienen puntos de referencia y vagan por las calles o son explotados por organizaciones ilegales. Por eso Sant'Egidio, junto a otras organizaciones, ha pedido al Gobierno que se ocupe de la acogida de los menores no acompañados y que les garantice condiciones dignas de hospitalidad y les facilite los trámites de sus documentos, facilitando así su inserción en la sociedad italiana.
En el centro de Augusta la vida de estos jóvenes es más bien vacía, a parte de la utilísima escuela de italiano que han organizado los jóvenes de la parroquia.
Todos desean reunirse con sus familiares, en Italia o en Europa, pero no saben cómo hacerlo. El encuentro personal pone de manifiesto el sufrimiento que provoca una legislación que no facilita la reagrupación familiar.
Muchos esperaban con ansia la "fiesta sin fronteras" que hizo volver la sonrisa incluso a los rostros de los niños más tristes. Estaban los Jóvenes por la Paz de Catania y Gente de Paz de Roma, que demostraron que es posible y es hermoso vivir en paz entre personas de culturas y religiones distintas y que "todos podemos trabajar por la paz". Todo el mundo recibió como regalo una mochila y una pulsera de Gente de Paz.
"Fue un día realmente feliz, como no veía desde hace meses", dijo Mahmoud; y Felix: "aquí hoy hay una luz especial". También participaron en la fiesta jóvenes y ciudadanos de Augusta que intentan de varios modos ser amigos y mostrarse cercanos a estos jóvenes. La "fiesta sin fronteras" hizo vivir la amistad y la familia de la Comunidad que no tiene límites y nunca termina. |