Fue una reacción inmediata. Cuando apenas se conocían los primeros datos sobre el ataque terrorista en las Ramblas, en la Comunidad de Sant’Egidio se sentía llamada a reunirse en oración para unirse al dolor de la ciudad y, como parte de su ser y hacer, para hacer un llamamiento a la paz.
Junto a su condena a la que califican de “violencia insensata y monstruosa”, ayer al anochecer, convocaron una vigilia de oración en la basílica de San Just, en la que participaron cristianos de distintos países. Se sumaban así a las concentraciones espontáneas que se dieron también en las Ramblas, epicentro del ataque.
Este encuentro tuvo como hilo conductor el mensaje que el Papa dirigió al cardenal arzobispo de Barcelona Juan José Omella, en el que Francisco subrayaba que este es una “ofensa gravísima al Creador”.
“Los terroristas querían matar; matar no solo las personas sino la misma convivencia cotidiana en los lugares más comunes de la vida y uno de los más emblemáticos: La Rambla. A través del miedo querían matar la esperanza y el sueño de un mundo más justo, pacífico y solidario”. Con esta firmeza se dirigió a los asistentes Jaume Castro, responsable de Sant’Egidio en Barcelona.
A renglón seguido, matizó cómo los yihadistas “querían dividir a los creyentes y enfrentarlos, sembrando el conflicto entre los pueblos y fomentando la violencia fratricida”. Frente a esta amenaza, Castro recordó que “el Evangelio sugiere la esperanza de un mundo mejor. Jesús llama a la puerta para traer la paz”.
Recordando las 32 nacionalidades afectadas en este atentado, durante la vigilia también se hizo hincapié en que todos formamos parte del mundo, que toda la humanidad ha sido herida. Precisamente desde ahí, la comunidad de Sant’Egidio, renovó en esta particular noche en blanco su compromiso para “defender la vida de los inocentes y los más débiles, así como continuar trabajando por la convivencia y la paz”.
José Beltrán
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