Comunità di S.Egidio

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a cargo de
Adriana Gulotta

 

Aprender de los ni�os

Los ni�os han sido para nosotros una "escuela" de solidaridad hacia todos los pobres: la dificultad para expresar con claridad sus propias necesidades nos ha, en cierto sentido, forzado a aprender a escuchar al otro. Los ni�os nos han ense�ado a escuchar, en particular, a aquellos que no tienen una voz fuerte capaz de hacerse o�r. La proximidad a los ni�os nos ha llevado a comprender y respetar al otro y a responder a sus necesidades, aunque no las expresasen o las expresasen mal.

Si es verdad que los ni�os tienen que aprender muchas cosas y que los adultos tienen que hacerse cargo de su educaci�n, tambi�n es verdad que los ni�os, m�s all� de muchos estereotipos, tienen tambi�n muchas cosas que ense�ar. Nos han ense�ado de manera evidente el valor de la confianza, del abandono confiado en los dem�s. Nos han ense�ado a no esconder la debilidad que es propia de cada uno. De alguna manera hemos aprendido de ellos a comprender como cada hombre necesita de los dem�s, no s�lo para crecer cuando es peque�o, sino tambi�n para ser m�s feliz cuando es adulto o anciano. Mirando las vidas dif�ciles de nuestros ni�os y adolescentes, hemos aprendido a ver y a reconocer los males de la sociedad.

 

El valor de lo "peque�o"

El Evangelio dice que "si no os hac�is como los ni�os, no entrar�is en el Reino de los Cielos" (Mt. 18,3). Jes�s no invita a sus disc�pulos a vivir de manera infantil, eternamente incapaces de tomar una responsabilidad. Habla de convertirse en ni�os diferentes. Nuestros ni�os nos han ense�ado el valor del ser peque�o del que habla el Evangelio. Es el sentido de aquel abandono confiado al Padre que en los ni�os se manifiesta con claridad como la serenidad y la alegr�a de su vida.

Nuestra relaci�n con los menores se ha caracterizado siempre por el respeto hacia ellos. A�n cuando se trataba de ni�os considerados dif�ciles, excluidos de la escuela, despreciados muchas veces porque eran incapaces de expresarse bien, la Comunidad ha siempre visto en ellos las potencialidades de una vida que todav�a ten�a que crecer y que necesitaba la confianza de los otros. Por esto la defensa de la vida de los m�s peque�os, una vida muchas veces poco respetada, ha sido un compromiso constante de nuestra acci�n.

Quisimos, y queremos todav�a hacerlo hoy, estar de parte de los ni�os y los chicos para protegerlos, para ayudarles a crecer, no como maestros o "asistentes", sino como amigos mayores, atentos a su vida, intentando romper los mecanismos de exclusi�n social, empezando en primer lugar por los escolares.