Agboville (Costa de Marfil): La historia de Wilfred, niño de la calle. Junto a muchos otros, vuelve con su familia gracias al trabajo de la Comunidad en la cárcel de menores
10 de marzo de 2010
En Agboville, un gran centro a una hora de automóvil de Abiyán, la capital de Costa de Marfil, existe una gran cárcel de menores. La Comunidad de Sant’Egidio visita desde ya hace algunos años a los menores que terminan en la cárcel tras historias de abandono familiar, de pequeños robos, de episodios violentos asociados a la vida de la calle. Para muchos de ellos, con estas visitas empieza una vida distinta.
Wilfred es uno de ellos. Tiene 17 años y ha pasado muchos años en la calle, viviendo como podía, hasta que fue arrestado por el robo de un teléfono móvil.
Pero hace unos días, tras haber terminado su condena, Wilfred volvió a casa. No a la calle, sino con su familia. La intervención de la Comunidad permitió reconstruir lazos interrumpidos desde hacía años y reconciliar al joven con sus familiares, creando así las condiciones para dar una dirección distinta a su vida.
La historia de Wilfred es emblemática del trabajo que las Comunidades de Sant’Egidio africanas, en Costa de Marfil y en muchos otros países, llevan a cabo en las cárceles, sobre todo con menores.
A través de la visita regular y la atención no sólo a las necesidades primarias sino también a la demanda de paternidad que expresan de muchos modos estos jóvenes, las personas de la Comunidad crean lazos personales que en muchos casos permiten reconstruir un tejido familiar perdido.
Los jóvenes encuentran en ellos a figuras de referencia, a adultos que se hacen cargo de sus dificultades, pero también de sus sueños. Y eso permite que muchos, como en el caso de Wilfred, salgan de un destino que parece marcado, y se abran a una perspectiva distinta y más humana. Se trata de docenas de menores arrancados de la calle, de la violencia, de una vida sin futuro.