Navidad con la Comunidad de Sant’Egidio en las cárceles italianas
11 de enero de 2011 |
La comida de Navidad en la "rotonda" de Regina Coeli de Roma
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"He puesto mi corazón cerca del vuestro". Estas hermosas palabras del papa Juan XXIII, que dijo a los detenidos de la cárcel romana de Regina Coeli la Navidad de 1958, pueden ser recordadas hoy para expresar también el sentido y los sentimientos de las comidas de Navidad que la Comunidad de Sant’Egidio ha organizado también este año en muchas cárceles e instituciones penitenciarias del mundo.
En Italia, han sido más de 3.000 los detenidos que han podido participar en las 24 comidas de Navidad celebradas en las cárceles de Roma, Nápoles, Génova, Florencia, Livorno, Sulmona, Empoli, Frosinone y Vercelli.
Se trata del 5% de toda la población carcelaria nacional: los más pobres de entre los pobres.
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La cárcel femenina de Pozzuoli |
Las comidas de Navidad han llegado, gracias también a la colaboración de los directores y del personal de las instituciones penitenciarias, a aquellos detenidos que, más que nada, sufren por la soledad, la pobreza o la lejanía de sus familias.
Una situación que no solo tiene un peso afectivo (ya de por sí grave) sino también material: quien no tiene a nadie que le visite o le envíe ropa y suplementos alimentarios, a menudo sufre también por la escasez de alimentos (agravada, en parte, por la superpoblación de las cárceles italianas) o por el frío.
Por eso las visitas, el reparto de ropa y de alimentos de soporte que hace la Comunidad durante todo el año representan un poco como la familia para quien no tiene familia o la tiene pero es demasiado pobre o está demasiado lejos. Una familia que no deja a nadie solo el día de Navidad, que para los que están en la cárcel, puede ser realmente el día más triste del año.
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El "Marassi" de Génova |
Prueba de ello es la trágica intensificación de intentos de suicidio en las cárceles italianas en los días anteriores a las fiestas navideñas y que ha afectado también a algunas de las instituciones penitenciarias en las que se han celebrado comidas de Navidad.
Esa es la situación dramática que servía de telón de fondo de la incontenible alegría de estas fiestas navideñas, en las que participaron también algunos invitados “especiales”: al OPG, el hospital judicial de Nápoles, acudió también el arzobispo, el cardenal Sepe; y a Frosinone, fue el obispo Ambrogio Spreafico, que visitó a todos los detenidos, pasando por cada celda.
En Roma, en la cárcel de Regina Coeli, hubo un gran entusiasmo por la presencia del actor Gigi Proietti.
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Nápoles, el Hospital psiquiátrico penitenciario |
Alrededor de las mesas preparadas se cruzan muchas historias y narraciones de sufrimiento. Muchos están a la espera de juicio, a menudo desde hace meses; algunos, casi un año. Estar juntos en la mesa seca algunas lágrimas y vuelve a generar pensamientos de esperanza para el futuro.
V. de 70 años, tras varios brindis por los amigos que hay alrededor de la mesa, exclama: "Hoy es un día histórico".
Un hombre pide que le hagan una foto con un letrero entre las manos: “Papá te quiere”, y pide que se lo den a su hijo.
Al final de la comida Papá Noel trae regalos para todos. Son cosas útiles: una camiseta, un pijama. Pero lo que más agradecen es aquel signo que la Comunidad de Sant’Egidio custodia como un gesto precioso que caracteriza todas las comidas de Navidad, que asume –aquí en la cárcel– un significado particular: cada paquete tiene el nombre de su destinatario. Es un signo definitivo de querer salir del anonimato. Devolver una dignidad muchas veces perdida.
Un gesto comprendido y correspondido. En Sulmona, también los detenidos se presentaron con un regalo entre manos: algunos objetos realizados a mano, los días anteriores: "Querríamos que los vendieran y que la recaudación se enviara a los presos de las cárceles de África, que sufren mucho más que nosotros".
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