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La lengua como base de la integración y del derecho a la nacionalidad Roma, Auditorio Antonianum, domingo 13 de noviembre: Ceremonia de inauguración del nuevo año escolar de la Escuela de lengua y de cultura italianas y entrega de diplomas.
Ayer se dio un significativo paso adelante hacia la integración con la entrega de los diplomas de lengua a 1.335 inmigrantes provenientes de 90 países del mundo, estudiantes de la Escuela de lengua y cultura italianas de la Comunidad de Sant’Egidio de Roma. Entre ellos, 291 certificados CELI (Certificación de Lengua Italiana) que se rigen por el acuerdo de la Escuela con la Universidad para Extranjeros de Perugia. Durante la ceremonia, tras el saludo del decano de la Escuela, Claudio Cottatellucci, algunos estudiantes de la escuela explicaron que, a partir del encuentro con la Escuela, entraron a formar parte del movimiento Gente de Paz, y se comprometieron de manera concreta a favor del diálogo, el encuentro con los demás y la cultura de la convivencia. Los testimonios pusieron de manifiesto que, gracias a la Escuela, a pesar de provenir de mundos religiosos, culturales y sociales muy distintos, se creó entre los estudiantes un lenguaje y un sentimiento común gracias a los cuales se han comprometido en temas como la solidaridad, la atención a los ancianos, y los problemas de los sin techo. Así, Anoir, de Marruecos, y también Zhenny, de Filipinas, Constantin Serpeanu de Rumanía, y Patricia Vilca de Perú, manifestaron en nombre de todos, las expectativas, los problemas, las alegrías y las dificultades de los inmigrantes, la gratitud por haber encontrado una escuela de calidad donde "los profesores trabajan gratis y también son amigos que se preocupan por nuestra vida". También hablaron de sus experiencias al encontrarse con la pobreza, y de sus sueños, y del cambio de su corazón a partir del encuentro con los pobres que viven en la calle. Son palabras que explican muy bien que la Escuela de lengua y de cultura de la Comunidad de Sant'Egidio no es solo la respuesta –aunque necesaria– a una necesidad de formación y de integración, sino que también contribuye a hacer de estos jóvenes unos verdaderos italianos del futuro, personas capaces de contribuir a la construcción de un tejido social humano, justo y solidario, ciudadanos que podrán hacer una sustancial aportación al desarrollo de la sociedad italiana. Así se dedujo de las palabras que Marco Impagliazzo, presidente de la Comunidad de Sant’Egidio, dirigió a los estudiantes y a los profesores. Partiendo de la constatación de la crisis de visiones de futuro, subrayó que tanto la cultura de la amistad, y estar juntos para estudiar ayuda a todos a entender adónde ir, adónde dirigir la vida, como la importancia de contribuir a la "civilización de la convivencia", es decir, a construir una casa común en la que cada uno está llamado a poner “su ladrillo”. “No nos caracteriza solo nuestro origen –dijo Impagliazzo–, sino también quiénes somos hoy en la realidad en la que vivimos y qué personas querríamos ser en el futuro”. Fueron palabras que los presentes recibieron con emoción y alegría. El presidente entregó luego los diplomas a los distintos niveles y cursos. ALGUNOS DATOS
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