En la cárcel de Garoua, hacinados en una celda, viven 102 personas. Lo llaman el "barrio de los muertos": la comida es escasa, las condiciones higiénicas un desastre y, ni si quiera tienen una estera para acostarse.
"Desde el pasado diciembre, miembros de la Comunidad de Sant'Egidio, hemos tomado la iniciativa de cocinar para ellos la bouillie (una sopa) cada día por la mañana, antes que tomen los medicamentos y vemos que se ha reducido el número de muertes" nos explican desde Garoua.
Humanizar las cárceles es un trabajo largo y que requiere paciencia, realizando visitas regulares y ayudas concretas. Además de la "sopa", Sant'Egidio distribuye regularmente colchones a los prisioneros. Dormir en el suelo no es sólo incómodo, sino que es antihigiénico: provoca enfermedades e infecciones en la piel.
Tabi Amougou, un prisionero anciano, amigo de la Comunidad desde hace más de diez años, no tiene dudas: "No podemos hacer una lista de todos los dones que recibimos. Nosotros los restituimos pidiendo al Señor que libre del mal a nuestros amigos".
|