Las palabras sobre la abolición de la pena de muerte han sido el momento más alto del discurso de Francisco al Congreso de Estados Unidos. No solo el Papa ha recordado a todos la cruel e inútil venganza que representa el instrumento jurídico que no hace justicia sino que tiene como única misión quitar la vida; también ha afirmado que ningún "castigo" debe excluir jamás "la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación".
Con palabras emotivas e inspiradas en el Evangelio ("queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades") indicó a todos los Estados la necesidad de legislaciones que estén a la altura de sociedades inclusivas, en las que desaparezcan los guetos y los muros que dividen a los hombres. Y lanzó un precioso mensaje para humanizar el mundo globalizado que cada vez es más víctima de una violencia difusa que afecta tanto a las personas como a pueblos enteros.
La Comunidad de Sant’Egidio, que hace años que está en primera fila en la lucha por la abolición de la pena capital en todo el mundo, agradece el apoyo que anunció el papa Francisco "a cuantos están convencidos" de la necesidad de dar esperanza y ofrecer rehabilitación a quien ha cometido un error. Son palabras que nos alientan a intensificar nuestro trabajo en todos los continentes junto a la preciosa y amplia red de personalidades y ciudadanos de a pie que ya se han sumado a nuestra campaña con el resultado de miles de "Ciudades por la Vida", ciudades europeas, africanas, asiáticas y americanas que han decidido unirse al frente contra la pena de muerte. |