En Canapé-Vert, en la periferia de Puerto Príncipe, bajo una carpa blanca, sentados en alfombras azules –por ahora, porque en los próximos días llegarán sillas y mesas– hacen escuela al aire libre: dibujan, aprenden y sobre todo intentan volver a una vida “normal” en medio de las tiendas de campaña improvisadas, construidas sólo con sábanas, sostenidas por palos, que se han convertido en casas para aquellos que lo han perdido todo con el terremoto.
Con tenacidad, los jóvenes de la Comunidad de Sant’Egidio de Haití, con la ayuda de los amigos de la Comunidad de América Central, que se turnan en “misiones” de ayuda, han vuelto a abrir la Escuela de la Paz.
Tras días de desesperación, vuelve la sonrisa a la cara de los niños y de sus madres, que “participan” en la escuela observando con estupor y con esperanza: la vida vuelve a empezar por los más pequeños.
|