Tres meses después del terremoto que ha afectado la isla de Haití, llevando al colapso toda la nación y su frágil sistema económico y comercial, la primera emergencia no ha sido ni mucho menos superada.
La gran mayoría de los edificios derrumbados no han sido retirados y muchos cuerpos permanecen aún bajo los escombros. En varios campos, como en el campamento de Canapé Vert, en la capital, donde hay una Escuela de la Paz de la Comunidad, desde hace unos veinte días no se distribuye ni agua ni comida.
En esta difícil situación, las Comunidades de Sant'Egidio haitianas de la capital y de las ciudades de Anse-a-Aveau y CapHaitien han celebrado la Pascua, que ha sido fuente de renovadas energías de amor y solidaridad hacia los más afectados por el terrible terremoto que ha golpeado el país.
Mientras que el tiempo parece haberse detenido, y se acerca la estación de lluvias, la Escuela de la Paz de la Comunidad, no sólo no se detiene, sino que gracias a nuevas tiendas en Port-au-Prince y a la disponibilidad de una sede en Anse-a-Aveau, se podrá continuar el estudio, los juegos y devolver la “normalidad” a muchos niños, a pesar de la intensificación de las lluvias.
Mientras, han llegado a Santo Domingo los dos contenedores con alimentos, vestidos, zapatos, y mantas que salieron de Roma el pasado 19 de marzo.
En los próximos días se distribuirán en Port-au-Prince y en Anse-a-Aveau, donde se han concentrado 19.000 desplazados que han perdido su casa, y en la prisión de Anse-a-Aveau, donde los jóvenes de la Comunidad se acercan regularmente para visitar los prisioneros encontrando sufrimientos intolerables. La pobreza que aflige al país, en las cárceles es aun más dramática.
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