Pasa cada vez con más frecuencia: algunas catástrofes naturales ocupan solo algunos días las primeras páginas de los periódicos. Luego, la noticia desaparece, mientras que las dificultades de los que se han visto afectados continúan e incluso se agravan.
El mes de mayo el huracán Agatha, que se abatió sobre El Salvador y Guatemala, dejó a más de 80.000 personas sin casa. Una gran parte de ellos está todavía en refugios de primera acogida.
Y eso no es todo: las lluvias continúan de sin parar y, sobre todo en Guatemala, todavía hay desprendimientos y víctimas.
En estos meses, las Comunidades de Sant’Egidio de los dos países han continuado su trabajo para ayudar a las víctimas de este desastre natural, recogiendo y repartiendo ayuda. Dos contenedores provenientes de Roma llegaron a El Salvador hace pocos días con una carga considerable (18.000 pares de zapatos, 22.000 pares de tejanos, ropa, conjuntos de sartenes, utensilios para cocinar, etc).
Las ayudas se han puesto a disposición de otras instituciones locales (Caritas diocesana, fundaciones católicas, asociaciones municipales de asistencia, etc) con las que la Comunidad está colaborando eficazmente para garantizar una distribución eficaz y capilar.
De ese modo se puede llegar a todos, también a los más pobres, como los ancianos y las personas sin domicilio fijo, alojados en centros públicos y en los dormitorios gestionados por la Presidencia de la República de El Salvador.
El mes de octubre está previsto que salgan 4 contenedores más de ayuda para El Salvador y Guatemala, que transportarán otros utensilios para adultos y niños y también 4 hornos industriales para hacer pan, que el Programa Mundial de Alimentos de Brindisi dio a la Comunidad.
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