“Para nosotros, que vivimos una guerra tan atroz, la paz tiene un significado aún más brillante.
Los vecinos de casa, que pueden y tienen derecho de ser distintos de nosotros, no merecen un respeto menor. Al contrario, les debemos respetar y amar en su diversidad”. Jacob Finci, presidente de la comunidad judía de Bosnia y Hercegovina, se dirige al arzobispo cardenal Vinko Puljic, al patriarca serbo-ortodoxo Irineo y al gran muftí Ceric, frente a los líderes religiosos y políticos, entre los que está el primer ministro italiano Mario Monti y el presidente del Consejo de Europa Herman Van Rompuy, así como los presidentes de Bosnia y Hercegovina, de Croacia y de Montenegro. “Nadie tiene la oportunidad de salvarse solo”, explica Finci. Si hacemos agujeros en el barco común, "el naufragio es para todos. Ante la irradiación atómica, ante los terremotos o los tsunamis, no cuentan para nada la diversidad de la fe y la visión del mundo, y aún menos el color de la piel. Simplemente, lo destruyen todo”.
No hay libro sagrado alguno “que proclame la destrucción del otro y del que es diferente. Nosotros vivimos en este precioso trozo de mundo que se llama Bosnia y Hercegovina. Se nos ha concedido poder vivir aquí en paz, poder respetarnos unos a otros". |