Queridos amigos,
Muchos fuegos de guerra marcan el horizonte. Por eso hemos querido celebrar un encuentro entre mujeres y hombres de religiones distintas, y de humanistas, en Amberes, sobre una cuestión vital: ¿la paz es nuestro futuro?
Es la pregunta que se hacen pueblos angustiados, arrollados o amenazados por la guerra: ¿la paz será nuestro futuro?
Dicen algunos: ¡no puede ser el futuro! ¡Sed realistas! Es imposible evitar los conflictos. ¡La paz no es el futuro! Al menos, para algunos pueblos... Un "no" resignado, en el fondo despiadado e indiferente. Este "no" tiene un precio: sufrimiento para cientos de miles de personas; mujeres heridas y violadas, niños que pierden su infancia, hombres obligados a huir. Gente sin futuro. Nosotros no queremos añadir nuestro "no" al de muchos otros.
Influyentes líderes religiosos se han preguntado estos días: ¿se puede aceptar este "no"? ¿Es posible bendecir la guerra, madre de tanto dolor y de tantas pobrezas? Hemos oído en la voz de las distintas tradiciones religiosas que la guerra no puede ser santa. Solo la paz es santa, porque es el nombre de Dios, porque es la vida de las mujeres y de los hombres.
Encontrándose, escuchando las situaciones de dolor de nuestro mundo, los líderes religiosos se han recordado mutuamente que están llamados a un aspecto primario de su misión.
La paz se encuentra en lo más profundo de cada tradición religiosa.
¡Que hable el mensaje de paz con fuerza! ¡Que conquiste los corazones! ¡Que desaliente a los que están tentados por la violencia!
Ese es el mensaje que esperan millones de personas prisioneras en los conflictos.
Los creyentes y los líderes religiosos deben tener audacia y valentía.
Encontrarse, debatir, escuchar estos días ha devuelto esperanza.
Doy las gracias a la ciudad de Amberes por su cálida acogida. Querría manifestar mi gran agradecimiento al obispo Johan Bonny y a la Iglesia de Amberes por la hospitalidad y la sintonía con la que hemos trabajado. Doy las gracias a quienes han contribuido con su experiencia y su sabiduría. Doy las gracias a todos los que han participado en nuestros encuentros y hoy están aquí. Os doy las gracias a vosotros, que habéis trabajado intensamente para este acontecimiento.
Hemos construido un acontecimiento de paz, en un mundo y una cultura resignados a la guerra, atemorizados por la violencia.
Cien años después de la Primera Guerra Mundial, hemos olvidado lo horrible que es la guerra.
La guerra deja el mundo peor de como lo había encontrado.
Vuelve a florecer una esperanza de paz. No solo para nosotros. ¡Para todos!
Nuestro mundo ha perdido ideales. Ha renunciado a visiones sobre el futuro. A menudo nos limitamos a buscar una pequeña paz para mí, para mi pequeño mundo.
Hoy, en Amberes, cien años después de la Primera Guerra Mundial, se propone un ideal. Entonces hubo una guerra mundial, ¿no puede haber hoy una paz mundial?
¡No pongamos límites a la paz!
¿Es un sueño? ¿Una utopía?
En realidad es algo realista, humano: ¡la paz es realmente el futuro para todos!
¡Creo que este es el ideal que debemos hacer realidad y por el que debemos vivir!
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