| 15 Novembro 2015 |
Recordando la Noche de los Cristales Rotos |
La Comunidad de Sant’Egidio y la Comunidad Israelita de Barcelona organizaron una marcha en la Ciudad Condal |
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El Call era el nombre que se daba durante la edad media al barrio donde vivían los judíos. El Call Mayor de Barcelona ocupaba el cuadrante noroccidental de la ciudad romana. A finales del siglo XIV los judíos constituían el 15% de la población de la ciudad, unas 4.000 personas. Había cuatro sinagogas.
El 5 de agosto de 1391, después de numerosos intentos frustrados, el Call de Barcelona fue saqueado. En los altercados hubo más de trescientas víctimas y muchos tuvieron que huir. Este antisemitismo de raíz económica y religiosa y la consiguiente violencia se fueron extendiendo a varias ciudades europeas. Las proclamas contra los judíos trajeron los disturbios y la violencia. Los judíos tenían que llevar un indicador para ser reconocidos: un distintivo rojo y amarillo en los vestidos. Se privó a los judíos de ejercer algunos oficios y cargos públicos para evitar que tuvieran autoridad sobre los cristianos. Las persecuciones culminaron con el decreto de expulsión de los judíos promulgada por Fernando de Aragón e Isabel de Castilla en 1492 y luego con la expulsión por la inquisición real de muchos conversos, acusados de seguir practicando su religión. Esta fecha marca el fin de la cohabitación con la comunidad judía. Hasta el siglo XX, por lo menos en nuestro país, hemos convivido en una sociedad religiosa y culturalmente homogénea. Los pogromos antisemitas han seguido latentes en los países europeos hasta que el régimen nazi los volvió a difundir sin vergüenza. La idea de eliminar para siempre al colectivo judío llevó al Holocausto.
Hecho trágico
La noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 es conocida como la noche de los Cristales Rotos (Kristallnacht). Se quemaron más de 300 sinagogas, principalmente en Alemania y Austria. Es un hecho trágico que está a medio camino del inicio de la propaganda nazi y del Holocausto. Se considera el punto de partida de la deportación masiva de los judíos a los campos de concentración y exterminio nazis. Más de seis millones de judíos y cuatrocientos mil gitanos fueron asesinados sistemáticamente.
La Comunidad de Sant’Egidio junto con la Comunidad Israelita de Barcelona organiza una marcha para recordar la Noche de los Cristales Rotos con el título: No hay futuro sin memoria. Se recorren silenciosamente las antiguas calles del Call donde habían vivido los judíos. Es una invitación, sobre todo a las jóvenes generaciones, a no olvidar la deportación acontecida durante la ocupación nazi y a mantenerse alerta ante la tentación de eliminar al que es distinto.
Hay que tomar conciencia de lo que pasó. Siempre podemos pensar que tanto en la edad media como la Segunda Guerra Mundial eran otros tiempos. Es verdad. Un tiempo violento o de guerra no justifica todas las monstruosidades. Un tiempo en el que el nazismo y el fascismo obnubilaron muchas conciencias. Un tiempo en el que los judíos quedaron aislados mediante leyes racistas y los cristianos pensaron que esa discriminación no les afectaba. Pero este tiempo puede volver. La memoria nos ayuda a mirar el futuro con esperanza para no repetir los errores del pasado.
Dentro de cada ciudad surgen en cada tiempo tentaciones para afirmar el bienestar eliminando al otro, al que es diferente. Empiezan con una sutil diferenciación y ya se sabe hasta dónde puede llegar. Compartir lo que nos une
con otras culturas, ser solidarios con los más pobres, acoger a los extranjeros y los refugiados, tender la mano al que es diferente, es el camino para aprender a vivir juntos. Nos permite construir en la ciudad una barrera para que no entre el racismo, la indiferencia, los prejuicios. Esta barrera preventiva es «paz preventiva» en un tiempo en el que con demasiada facilidad se cree que los conflictos solo se pueden resolver contraponiéndose o utilizando la violencia. La memoria nos ayuda.
Jaume Castro
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