Comunità di S.Egidio


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COLECTA A FAVOR DE LAS VICTIMAS
DE LAS INUNDACIONES EN MOZAMBIQUE

Las ayudas que estamos mandando
Informe de Marco Bartoli y Andreas Heiss del 21/06/2000.

"Hemos estado visitando las zonas mayormente golpeadas por los aluviones y por el cicl�n de febrero. La primera fue Barada, una localidad sobre la orilla del oc�ano, donde se llega s�lo con embarcaci�n, en la cual se levanta una de las m�s antiguas misiones de la provincia de Sofala. Aqu� los aluviones no llegaron, pero el cicl�n ha hecho diversos da�os: ha arrancado centenares de palmas de coco, los techos de los dormitorios de una escuela que acoge a 800 j�venes de los cuales 300 internados y ha da�ado la enfermer�a de la misi�n. Profesores y alumnos ya han trabajado para una primera rehabilitaci�n de los locales: han puesto nuevamente en su lugar las tejas sobre los techos para reactivar la escuela. La enfermer�a, en cambio, tiene necesidad de ser reconstruida.

Despu�s hemos estado en Estaquinha, otra misi�n que, despu�s de haber sido nacionalizada hab�a sido restitu�da a la Iglesia al final de la guerra. Aqu� la Comunidad ya en el 1994 hab�a ayudado a la reconstrucci�n y a amueblar la escuela. Tambi�n por aqu� ha pasado el cicl�n, que ha llevado todos los techos y hecho muchos da�os.

En Mangunde nos han recibido las hermanas combonianas, que ha vivido momentos verdaderamente dif�ciles junto a los j�venes de su escuela. Mangunde en efecto est� cerca del r�o Buzi y en pocas horas, entre el 21 y el 22 del pasado mes de febrero, ha sido completamente sumergida. Algunos alumnos han logrado salvarse escapando a pie. Las hermanas se quedaron con los otros. El r�o ha sumergido casi todo: la �nica estructura que qued� fuera del agua fue una vieja casa de tres pisos, bombardeada durantes la guerra, en parte demolida. Las hermanas, con los �ltimos 25 alumnos que quedaron, se han refugiado bajo el techo y han esperado m�s de 24 horas que el agua comenzase a descender, con el temor de que los muros cediesen, porque la corriente era fuerte.
La localidad que ha sido m�s golpeada es la desembocadura del r�o Save, donde se encuentran

Machanga, y Nueva Mambone. Aqu� se han desencadenado los tres trastornos atmosf�ricos: las dos crecidas y el cicl�n. Hoy el espect�culo es desolador: en Machanga casi no hay m�s �rboles, por todas partes se ven los signos de la fuerza del viento, de la lluvia y del mar. Tambi�n aqu� hab�a una escuela, pero est� completamente destru�da y todav�a hoy los muchachos viven bajo las tiendas, mientras s�lo alg�n aula ha sido restablecida. Tambi�n la casa del padre misionero est� en parte sin techo. En todo el distrito no hay una escuela a la cual le haya quedado el techo, muchos centros sanitarios han sido da�ados y todas las casas tradicionales (constru�das en general con ca�as, pajas y barro) han sido destru�das. Adem�s, durante la crecida se han mezclado las aguas del r�o y aquellas del mar: los campos est�n hoy llenos de sal y por esto no ser� posible producir casi nada para la pr�xima cosecha. Atravesando el r�o Save con una canoa, se llega a Nueva Mambone, una misi�n desde tanto tiempo conocida por la Comunidad. Aqu�, entre otras cosas, desde el 1988, la Comunidad ha ayudado a la reconstrucci�n de una salina, que daba trabajo y sustentamiento a muchas familias. La crecida del mar y una sucesiva terrible ola, proveniente del mar, han barrido 16 almacenes con toda la sal que se hab�a recogido y destru�do las bombas hidr�ulicas que regulaban la afluencia del agua en los recipientes para recoger la sal. Los lavoratorios de la salina ya han retomado el trabajo para rehabilitar al menos alguno de los recipientes y tal vez en el tiempo de algunos meses podr�n recomenzar a producir peque�as cantidades de sal. Esto es muy importante tambi�n para sostener las otras actividades de la zona. El gran recurso de la gente de Machanga e Mambone es en efecto la pesca. En estas zonas se encuentran los mejores cangrejos de Mozambique y la sal es indispensable para permitir la comercializaci�n del pescado y de los cangrejos.

El Padre Marchiol, que es misionero en Mozambique desde el a�o 1953, nos ha contado la historia de un hombre que ha sido sorprendido por la ola proveniente del r�o junto a su hijo. Viendo que era arrastrado y no lograba resistir, se ha puesto al hijo sobre sus espaldas y luego ha rezado: "Se�or, salva al menos a mi hijo. Por mi no importa, pero salva al menos a mi hijo". Poco despu�s ha visto un nido de termitas y ha logrado agarrarse y subirse a �l. Cuando se encontr� arriva, se di� cuenta que junto a �l y a su hijo, hab�an encontrado refugio sobre el nido de termitas tambi�n las serpientes y los animales. Permanecieron all� dos d�as mir�ndose rec�procamente . Pero ninguno ha tocado a ninguno. Todos los animales permanecieron quietos. El tercer d�a ha visto un buey que pasaba por el agua, y aferr�ndose a �l, logr� alcanzar la tierra firme, junto con su hijo. A los familiares que lo hab�an cre�do muerto, les dec�a: "�Soy L�zaro! �Soy L�zaro!"

La situaci�n permanece todav�a muy grave, tambi�n porque en Mozambique est� llegando la estaci�n fr�a y la gente no ha podido todav�a reconstruir las casas. Por esto la Comunidad, que ha enviado en un primer momento las medicinas y ollas para cocinar, ahora est� llevando algunos millares de frazadas (las primeras 500 ha sido distribu�das mientras est�bamos all�).

Esperamos tambi�n ayudar en la reconstrucci�n de los centros sanitarios de las localidades visitadas.

El futuro ser� dif�cil: muchos expresan preocupaci�n porque no se ha podido sembrar nada y en los meses pr�ximos, sin cosecha, se correr� el riesgo del hambre.
Otros nos han hablado de la necesidad de prevenir ulteriores futuras inundaciones, reconstruyendo los diques que fueron destru�dos durante la guerra, cuando los campesinos, por motivos de seguridad, cultivaban el ma�z a lo largo del r�o, destruyendo la vegetaci�n hac�a de dique en los momentos de crecida. Tambi�n las inundaciones de este a�o entonces, son parte de la pesada herencia de la guerra.