"Hemos
estado visitando las zonas mayormente golpeadas por los aluviones y por
el cicl�n de febrero. La primera fue Barada, una localidad sobre la
orilla del oc�ano, donde se llega s�lo con embarcaci�n, en la cual se
levanta una de las m�s antiguas misiones de la provincia de Sofala.
Aqu� los aluviones no llegaron, pero el cicl�n ha hecho diversos
da�os: ha arrancado centenares de palmas de coco, los techos de los
dormitorios de una escuela que acoge a 800 j�venes de los cuales 300
internados y ha da�ado la enfermer�a de la misi�n. Profesores y
alumnos ya han trabajado para una primera rehabilitaci�n de los
locales: han puesto nuevamente en su lugar las tejas sobre los techos
para reactivar la escuela. La enfermer�a, en cambio, tiene necesidad de
ser reconstruida.
Despu�s
hemos estado en Estaquinha, otra misi�n que, despu�s de haber sido
nacionalizada hab�a sido restitu�da a la Iglesia al final de la
guerra. Aqu� la Comunidad ya en el 1994 hab�a ayudado a la
reconstrucci�n y a amueblar la escuela. Tambi�n por aqu� ha pasado el
cicl�n, que ha llevado todos los techos y hecho muchos da�os.
En
Mangunde nos han recibido las hermanas combonianas, que ha vivido
momentos verdaderamente dif�ciles junto a los j�venes de su escuela.
Mangunde en efecto est� cerca del r�o Buzi y en pocas horas, entre el
21 y el 22 del pasado mes de febrero, ha sido completamente sumergida.
Algunos alumnos han logrado salvarse escapando a pie. Las hermanas se
quedaron con los otros. El r�o ha sumergido casi todo: la �nica
estructura que qued� fuera del agua fue una vieja casa de tres pisos,
bombardeada durantes la guerra, en parte demolida. Las hermanas, con los
�ltimos 25 alumnos que quedaron, se han refugiado bajo el techo y han
esperado m�s de 24 horas que el agua comenzase a descender, con el
temor de que los muros cediesen, porque la corriente era fuerte.
La localidad que ha sido m�s golpeada es la desembocadura del r�o
Save, donde se encuentran
Machanga,
y Nueva Mambone. Aqu� se han desencadenado los tres trastornos
atmosf�ricos: las dos crecidas y el cicl�n. Hoy el espect�culo es
desolador: en Machanga casi no hay m�s �rboles, por todas partes se
ven los signos de la fuerza del viento, de la lluvia y del mar. Tambi�n
aqu� hab�a una escuela, pero est� completamente destru�da y todav�a
hoy los muchachos viven bajo las tiendas, mientras s�lo alg�n aula ha
sido restablecida. Tambi�n la casa del padre misionero est� en parte
sin techo. En todo el distrito no hay una escuela a la cual le haya
quedado el techo, muchos centros sanitarios han sido da�ados y todas
las casas tradicionales (constru�das en general con ca�as, pajas y
barro) han sido destru�das. Adem�s, durante la crecida se han mezclado
las aguas del r�o y aquellas del mar: los campos est�n hoy llenos de
sal y por esto no ser� posible producir casi nada para la pr�xima
cosecha. Atravesando el r�o Save con una canoa, se llega a Nueva
Mambone, una misi�n desde tanto tiempo conocida por la Comunidad.
Aqu�, entre otras cosas, desde el 1988, la Comunidad ha ayudado a la
reconstrucci�n de una salina, que daba trabajo y sustentamiento a
muchas familias. La crecida del mar y una sucesiva terrible ola,
proveniente del mar, han barrido 16 almacenes con toda la sal que se
hab�a recogido y destru�do las bombas hidr�ulicas que regulaban la
afluencia del agua en los recipientes para recoger la sal. Los
lavoratorios de la salina ya han retomado el trabajo para rehabilitar al
menos alguno de los recipientes y tal vez en el tiempo de algunos meses
podr�n recomenzar a producir peque�as cantidades de sal. Esto es muy
importante tambi�n para sostener las otras actividades de la zona. El
gran recurso de la gente de Machanga e Mambone es en efecto la pesca. En
estas zonas se encuentran los mejores cangrejos de Mozambique y la sal
es indispensable para permitir la comercializaci�n del pescado y de los
cangrejos.
El
Padre Marchiol, que es misionero en Mozambique desde el a�o 1953, nos
ha contado la historia de un hombre que ha sido sorprendido por la ola
proveniente del r�o junto a su hijo. Viendo que era arrastrado y no
lograba resistir, se ha puesto al hijo sobre sus espaldas y luego ha
rezado: "Se�or, salva al menos a mi hijo. Por mi no importa, pero
salva al menos a mi hijo". Poco despu�s ha visto un nido de
termitas y ha logrado agarrarse y subirse a �l. Cuando se encontr�
arriva, se di� cuenta que junto a �l y a su hijo, hab�an encontrado
refugio sobre el nido de termitas tambi�n las serpientes y los
animales. Permanecieron all� dos d�as mir�ndose rec�procamente .
Pero ninguno ha tocado a ninguno. Todos los animales permanecieron
quietos. El tercer d�a ha visto un buey que pasaba por el agua, y
aferr�ndose a �l, logr� alcanzar la tierra firme, junto con su hijo.
A los familiares que lo hab�an cre�do muerto, les dec�a: "�Soy
L�zaro! �Soy L�zaro!"
La
situaci�n permanece todav�a muy grave, tambi�n porque en Mozambique
est� llegando la estaci�n fr�a y la gente no ha podido todav�a
reconstruir las casas. Por esto la Comunidad, que ha enviado en un
primer momento las medicinas y ollas para cocinar, ahora est� llevando
algunos millares de frazadas (las primeras 500 ha sido distribu�das
mientras est�bamos all�).
Esperamos
tambi�n ayudar en la reconstrucci�n de los centros sanitarios de las
localidades visitadas.
El
futuro ser� dif�cil: muchos expresan preocupaci�n porque no se ha
podido sembrar nada y en los meses pr�ximos, sin cosecha, se correr�
el riesgo del hambre.
Otros nos han hablado de la necesidad de prevenir ulteriores futuras
inundaciones, reconstruyendo los diques que fueron destru�dos durante
la guerra, cuando los campesinos, por motivos de seguridad, cultivaban
el ma�z a lo largo del r�o, destruyendo la vegetaci�n hac�a de dique
en los momentos de crecida. Tambi�n las inundaciones de este a�o
entonces, son parte de la pesada herencia de la guerra.
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