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I Estaci�n
�Acaso soy yo?
Y al atardecer, llega �l con los Doce. Y mientras com�an recostados, Jes�s dijo: �Yo os aseguro que uno de vosotros me entregar�, el que come conmigo.� Ellos empezaron a entristecerse y a decirle uno tras otro: ��Acaso soy yo?� �l les dijo: �Uno de los Doce que moja conmigo en el mismo plato. Porque el Hijo del hombre se va, como est� escrito de �l, pero �ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! �M�s le valdr�a a ese hombre no haber nacido!�
(Mc 14, 17-21)
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Duccio di Buoninsegna L'ultima cena
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Ante la lectura de los Evangelios y de este breve pasaje del Evangelio de Marcos, es muy evidente la sensaci�n de que los disc�pulos no hab�an comprendido que se trataba de un d�a excepcional, o quiz� de una noche excepcional; un d�a muy diferente de los dem�s, el �ltimo de la vida de Jes�s con ellos. Jes�s va al encuentro de su pasi�n y decide igualmente utilizar el tiempo que le queda de vida para la palabra y para la amistad. Jes�s habla: habla a la mesa, habla �al atardecer�, habla con los Doce. Ellos empiezan a despertarse de sus costumbres. Se preguntan: ��Acaso soy yo?�. La duda sobre uno mismo es el comienzo de una sabidur�a nueva que sacude del amor por uno mismo, del ego�smo natural, del empobrecimiento de una vida protegida y segura en los propios ritos de bienestar. La duda sobre uno mismo lleva a comprender, a amar, a creer. Al inicio de la Pasi�n aparece la misma pregunta que tambi�n nosotros estamos llamados a ponernos ante la palabra del Se�or: �De qui�n est� hablando? �Acaso soy yo? En efecto, la palabra del Se�or se dirige a cada uno de nosotros:�Acaso soy yo?
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