ROMA – “Hacer todo lo posible y de prisa para poner fin a la espiral de violencia que parece perseguir el objetivo de dividir Irak en varias partes y de borrar la milenaria presencia de los cristianos en el país mediooriental”. Esa es la dramática alarma que lanzó el fundador de la Comunidad de Sant'Egidio Andrea Riccardi después de que se precipitara la situación en Irak donde, tras la toma de Mosul, a principios de junio, las milicias del ISIS (el denominado Estado islámico del Irak y de Levante), con el apoyo de otros grupos, esta noche han empezado a bombardear la ciudad de Karakosh.
Además, en las próximas horas se teme que los extremistas invadan no solo la ciudad de Karakosh sino también toda la llanura de Nínive, región hasta hace poco relativamente tranquila, donde vive casi la mitad de los cristianos que quedan en Irak. La explosión de violencia extremista corre el peligro no solo de poner fin definitivamente a un proyecto de integración religiosa y de desarrollo social, basado en la convivencia y la colaboración entre cristianos y musulmanes, que era un modelo para todo el país, sino también de hacer desaparecer definitivamente a los cristianos del mapa iraquí. De ahí la alarma que lanzó una vez más el profesor Andrea Riccardi, que pide un impulso de responsabilidad a la comunidad internacional y al gobierno iraquí. Riccardi se dirige también a las agencias humanitarias para que “intervengan rápidamente en auxilio de la población que está huyendo y que están en Kurdistán: la situación humanitaria se está haciendo dramática. Hay que actuar de inmediato”.
Siguen los combates entre las milicias curdas peshmergas, que defienden la ciudad y los pueblos de la llanura de Nínive, y grupos extremistas sunnitas; las víctimas son numerosas. La población de Karakosh huye de la ciudad asolada por los morteros. Fuentes locales informan de que 40.000 personas (casi toda la población de la ciudad, que tiene unos 50.000 habitantes, mayoritariamente cristianos sirios) han entrado en las últimas horas en Kurdistán y se encuentran ahora en Ankawa y en la capital Erbil. Las imágenes que llegan de la zona son dramáticas. Miles de personas, familias, niños, están acampados en las calles y en edificios públicos. Los desplazados de Karakosh se han sumado a los cientos de miles de refugiados de los últimos meses de Siria (unas 250.000 personas) y a los refugiados más recientes de la ciudad y de la zona de Mosul (unas 500.000 personas). La situación humanitaria en el Kurdistán iraquí (que tiene unos seis millones de habitantes) es cada vez más difícil. Es una auténtica emergencia.
La Comunidad de Sant'Egidio, que sigue desde hace tiempo la evolución de la situación en la provincia de Nínive y en todo Irak, y a la que han llegado en los últimos días llamamientos dramáticos desde Karakosh, expresa su proximidad a las personas que huyen y en particular a los cristianos y a las Iglesias de la región, “que necesitan sentir la solidaridad efectiva y la cercanía de todos en estos momentos de gran sufrimiento”. |