La presencia de Andrea Riccardi en el equipo de Monti encaja en un Gobierno de carácter técnico, que no es de un lado ni de otro, dado que San Egidio es una comunidad que no practica la política partidista, si bien cuida mucho sus relaciones en ese ámbito.
El paso introduce un factor nuevo en la correlación de fuerzas e influencia de los colectivos católicos en la política italiana. Y que obligará a moverse a los demócratas cristianos de Ferdinando Casini o a los que se aglutinan en torno a Roberto Formigoni, presidente de Lombardía y miembro de Comunión y Liberación.
Incluso al Partido Democrático, de centro izquierda. Las líneas de trabajo de San Egidio se centran en lo social -la amistad con los pobres-, el diálogo interreligioso, la lucha contra el sida en África y la mediación en conflictos. Se les conoce como la 'pequeña ONU' del Trastévere, barrio romano donde tienen su cuartel general, y como «la diplomacia paralela del Vaticano».
Su director espiritual es el obispo Vicenzo Paglia, presidente de la Comisión de Ecumenismo del Episcopado italiano, quien en 1998 mantuvo, en una iglesia de El Raval, un diálogo público con Felipe González, que se definió entonces como un laico de cultura cristiana, «es decir, un cristiano minusválido». Riccardi, fundador de la comunidad, recibió el premio Carlo Magno en 2009. Este año se lo ha llevado Trichet, expresidente del BCE.